Historias olímpicas: el caso Kuts condena la superficialidad

Foto: Getty Images.

Por: Víctor Joaquín Ortega


Vladimir Kuts había sido seleccionado para representar a su nación, la Unión Soviética, en los 10 mil y cinco mikl metros en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956.

Aunque demostró sus condiciones admirables en diversas justas, la batalla en la ciudad australiana iba a ser muy difícil. En las pruebas participarían más de una docena de corredores de alta calidad. Pese a sus victorias anteriores sobre muchos de ellos, eludió como siempre la silla de la autosuficiencia y los estudió profundamente.

Le preocupa sobremanera Gordon Pirie. Ese inglés es resistente y rápido. Sabe correr. Acostumbra a seguir los pasos de los favoritos, de quienes están mejor. Los supera a veces, luego se rezaga un poco. Ataca de nuevo. Falsa alarma, provocación. Los usa cual paraguas. Los desgasta. Acelera en los momentos precisos. Y tiene un final magnífico.

Kuts debe cuidarse especialmente de este contrincante, quien aseguró que lo derrotará, pues el soviético no es tan bueno como dicen. Esto último coincide con cierta ofensiva contra el “Marino Férreo” —así le apodan— en parte de la prensa basada más en la visión anticomunista que en un serio análisis profesional.

En vísperas de la lid de los 10 mil, un diario australiano fue capaz de publicar lo siguiente: “¿Podrá un robot derrotar a un atleta que piensa? No. En un combate de ingenio, de inteligencia, con táctica, Kuts está perdido”. Hasta el legendario Roger Bannister expresó en una entrevista: “Kuts es solo una máquina despiadada de correr”.

Viernes 23 de noviembre de 1956. Cricket Ground. Final de los 10 mil metros. El atacado responde en la pista. Encabeza la carrera. Ritmo endemoniado. Reta sobre todo a Pirie. Pide que se ponga al frente. No acepta. En una ocasión cae en la trampa. El favorito empieza a mostrarle que los expertos no se equivocaron. Ha comenzado a darle de la propia medicina a lo Pirie. Empezó a doblegarle en el estilo preferido de este, su principal oponente.

Vuelta 21. Gordon ha explotado. Ve de lejos la espalda y las piernas en acción del soviético, mientras a él le sobrepasan otros siete contendientes. Se ha quedado sin medalla. Vuelta 25. Vladimir se corona campeón olímpico.

La publicación que lo ofendió le da gran espacio a una foto del as con el siguiente pie: “El fabuloso Kuts ha conquistado el corazón de los australianos”. “Bannister pidió disculpas en un escrito y reconoce que el triunfador “…no es únicamente poder corporal, pues posee un cerebro bien dotado”.

Días después, el "Marino Férreo" conquistaba el cetro de los cinco mil. Pirie había aprendido la lección: solo le siguió los pasos y se conformó con el segundo lugar.

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