Símbolos de la identidad de La Lisa (+ Fotos)

Iglesia de Arroyo Arenas, en el municipio La Lisa. Foto tomada del sitio web Cubadebate.

Por: Leonel José Pérez Peña

Todos los pueblos se distinguen del resto de los conglomerados humanos por sus costumbres y tradiciones, fomentando su identidad cultural, tanto espiritual como material.

La otrora Villa de San Cristóbal de La Habana, que aún festeja sus 504 años, tiene El Morro, el Castillo de la Real Fuerza, el Monumento a José Martí, en la Plaza de la Revolución, y otras edificaciones que, junto a la espiritualidad exclusiva del capitalino, son sus embajadores en cualquier latitud.

El municipio La Lisa tiene entre sus ricas tradiciones una que nace de las entrañas de su tierra: la alfarería, oficio que surge paralelo al desarrollo de la agroindustria azucarera y por la abundancia del barro de alta calidad existente en El Cano.

Allí nació el porrón, tan empleado por los macheteros y carreteros para almacenar y portar agua en las duras faenas del corte y tiro de caña. Con el tiempo, devino símbolo de esta región. Es parte del escudo del territorio, en su interior hay una alegoría al puente, al paisaje campesino, a la moderna industria y al desarrollo científico.

Puente de La Lisa. Foto tomada del sitio web del periódico Tribuna de La Habana.

El llamado Puente de Arango o de La Lisa constituye, asimismo, un elemento representativo del municipio, a partir del cual se fomentó el poblado en 1858. Además, significó una evolución positiva en el tránsito por la entonces Calzada Real a Vuelta Abajo, comunicando a La Habana con Guanajay. Se comenzó a construir el 6 de marzo de 1832 sobre el río Marianao, hoy río Quibú, identificando la división territorial, desde 1976, entre las demarcaciones de Marianao y La Lisa.

Otro símbolo, ya no local, sino de identidad de lo nacional y de cubanía, lo constituye la palma real, abundante en toda su geografía, como si estas tierras fueran su hábitat natural, resultando inseparable de los entornos campestres y citadinos.

Palma real y guitarra, como binomio de la espiritualidad liseña, son cómplices de una rica tradición campesina, que elevan sus valores éticos a partir de la música cubana, la décima como expresión popular y tradicional de un pueblo que comenzó a formarse desde el corral, los hatos de la ganadería en el ya lejano 1723, cuando se funda El Cano, el primer pueblo en medio de esta bella planicie, el 10 de septiembre de 1723.

Esa es quizás la razón por la que río y áreas verdes representan para el liseño fortaleza y unidad, con su entorno físico y comunidad de intereses hacia el cuidado y preservación del medio ambiente, defendiendo la ecología, es decir preservando la vida en todos los sentidos.

Hospital Ortopédico Frank País. Foto tomada de la enciclopedia EcuRed.

La Lisa es mucho más que un espacio físico, una porción de tierra: es vida, que traspasa los márgenes de la territorialidad que los hombres imponen. Su trascendencia en las ciencias y la industria va a lo nacional y allende los mares. El avance alcanzado en ellas es también un símbolo que portan con orgullo sus habitantes, porque aquí importantes instituciones científicas de la salud, la biotecnología y de otras ramas de la investigación de primer nivel en el país y en el mundo han encontrado en este municipio de la capital de todos los cubanos las condiciones para su desarrrollo. 

Y el principal símbolo que identifica a La Lisa es su gente alegre, laboriosa y patriota. Cada uno está orgullosamente aferrado a sus tradiciones y a su gentilicio de liseños.

Producción típica de vasijas de barro en El Cano. Foto tomada de la enciclopedia EcuRed.

YER

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