Hagamos de nuestra conducta cotidiana una ley personal de afectos para con los animales. Foto: del autor. |
Por: Nixon Fuentes Pérez
Desde que llegamos al mundo nos relacionamos de forma directa o indirecta con los animales. A medida que crecemos comienzan los afectos e inclinaciones por una especie u otra, dígase gatos, perros, caballos, jicotea, palomas...
Con intención reitero la palabra afectos, porque este término está enteramente ligado a los sentimientos expresados desde tiempos inmemoriales en la pintura, el cine y la poesía. Ahora al vuelo recuerdo el poema que de niños nos enseñaron, La fuga de la tórtola, del poeta cubano José Jacinto Milanés, todo un canto a la protección animal, digo más, a la comprensión animal.
Desde hace más de dos años en Cuba fue aprobada la Ley de Bienestar Animal, que en resumen regula los principios, deberes, reglas y fines respecto al cuidado, la salud y la utilización de los mismos para garantizar su protección.
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Como se deduce, existe un apoyo gubernamental al tema, pero la legislación se hace letra muerta si nosotros como ciudadanos no contribuimos a su correcta implementación. Primero, cumpliendo con nuestro deber de proteger a los animales, ya sean nuestros o no.
Y no menos importante, ejerciendo el control popular, poniendo a la palestra pública a los maltratadores, como se ha podido ver en los últimos tiempos a través de Internet. Y que conste esta vía surte efecto, pues en días recientes, específicamente el 7 de diciembre, el Departamento de Sanidad Animal de La Habana, en coordinación con la delegada de la Agricultura del municipio Regla y la Policía Nacional Revolucionaria, multaron y advirtieron de manera oficial a un ciudadano que por las redes sociales fue denunciado como maltratador de animales.
Mientras escribo este trabajo recuerdo a importantes personalidades de la vida nacional que fueron célebres animalistas, entre ellos al doctor Eusebio Leal Spengler, eterno historiador de la capital, a la prima ballerina assoluta Alicia Alonso y a la cantaautora Teresita Fernández.
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Vuelvo sobre mis pasos: con ley o sin ley, hagamos de nuestra conducta cotidiana una ley personal de afectos para con los animales.
Descargue el Decreto Ley de Bienestar Animal aquí.
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