Imagen tomada de Cubadebate. |
Por: Leonel José Pérez Peña
El actual proceso de bancarización le impregna dinamismo a los nuevos mecanismos de pago, que hasta hace poco resultaban algo distantes y ni pensar en el comercio electrónico, al cual tuviéramos acceso.
¿Y qué decir de las compras en línea o de las tarjetas de créditos y débitos? Aquello que nos resultaba tan lejano, hoy es una realidad y con ella ha surgido el código QR, como una fórmula viable de acercarnos a los bienes y servicios sin necesidad del dinero en efectivo.
Pero “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”, hasta tal punto que se ha convertido este noble proceso en la manzana de la discordia; poco le importa a muchos actores económicos, privados o públicos, que el código QR haya llegado para quedarse como medio para agilizar el proceso de pago.
Es tan ventajoso para el cliente liquidar sus cuentas sin necesidad de portar efectivos, que hasta el Banco Central de Cuba anunció una bonificación para aquellos que prefieran este mecanismo. Es cierto que lo nuevo tiene que pelear fuerte para lograr imponerse.
Sin embargo, como es una necesidad del Estado, todos sus mecanismos de control deben estar en función de lograr su eficacia. Pero no está ocurriendo así, y en no pocos lugares, los códigos QR no están visibles como se ha indicado, incluso, se desestimula su uso.
¿Por qué sucede esto? ¿Qué tiene el código QR que no se quiere usar o si se usa es porque no le queda otra alternativa al prestador del servicio? La mayoría prefiere el efectivo y ya sabemos por qué: la propina, la multa impuesta al cliente sin que este lo sepa..., en fin, el uso de mecanismos ilegales por encima del bien común.
La Dirección de Inspección que pone altísimas sanciones por incumplimientos es una de las formas de control. ¿Por qué estos inspectores no chequean esta importante fase del proceso de bancarización que vive hoy Cuba?
Imagen tomada del diario digital La Demajagua. |
Hay otro mal, que ante los ojos de todos, medra del ciudadano de a pie, incluso hasta con carteles públicos: “Aquí no se aceptan billetes de a cinco, 10 ni de 20 pesos”. Y no pasa nada. ¿Estamos viviendo el apoteosis del relajo o estamos en el Oeste, donde cada individuo impone su ley?
El código QR es un noble mecanismo de pago y hay que defenderlo. Que los infractores reciban su merecido es lo esperado por la mayoría. Al igual que aquellos que devalúan nuestra moneda con la negativa de no recibir los billetes de baja denominación como pago por los bienes o servicios prestados.
Cuba es una nación y las leyes puestas en práctica es para que todos las cumplan, sin menos cabo alguno. El código QR no puede ser la manzana de la discordia.
AMC