Oscar Valdés en la memoria de La Habana

Oscar Valdés. Foto tomada de la enciclopedia EcuRed.

Por: Abel Rosales Ginarte

Estremece la despedida a uno de los más impresionantes percusionistas y cantantes cubanos. La muerte del gran Oscar Valdés Campos llena de dolor a La Habana, la ciudad que lo vio nacer en 1937.

Una calurosa tarde lo visitamos en su casa de la barriada de Pogolotti, municipio Marianao, zona de músicos y rumberos. Hablamos de su paso por la orquesta Irakere de Chucho Valdés. En ese periodo asumió con gran destreza las letras, el uso de los tambores batá y la parte folclórica del grupo.

Oscar aprendió con grandes maestros, sabía crear tambores abakuá, los batá y los chekeres. Ese día nos mostró algunos tambores abakuá que había terminado. El maestro conservaba la gran sonrisa que le caracterizó siempre.

Admirado por sus colegas y respetado por sus vecinos, confesó el honor de ser descendiente de grandes músicos cubanos: sus tíos Marcelino (percusionista), Alfredo y Vicentico Valdés, (cantantes). Y, por supuesto, de su padre, de quien heredó el nombre y el arte de la percusión.

Su timbre especial brilló en los más grandes escenarios del mundo con el sello de Irakere en prestigiosos festivales de jazz. Coincidieron con músicos como Herbie Hancock y Chick Corea. Toda su entrega en Irakere fue celebrada cuando, en 1979, la reconocida agrupación obtuvo el Premio Grammy.

Foto tomada del sitio web de La Jiribilla.

Incansable creador, en el 2000, Oscar Valdés Campos formó el grupo Diákara. Fuimos a verlo al club La zorra y el cuervo, en la barriada del Vedado, en La Habana, y disfrutamos de su impresionante trabajo.

Con Diákara siguió interpretando jazz y las raíces folclóricas afrocubanas con más fuerza. Aquella tarde al despedirnos en su casa del barrio de Pogolotti, dijimos adiós a un gran músico y un ser humano excepcional.

Enamorado de sus raíces, preocupado por mantener vivas las tradiciones de los ancestros, Oscar deja un legado poderoso a Cuba y sus descendientes. Una estrella auténtica no se apaga nunca.

La Habana despide a uno de sus hijos más queridos, al gran percusionista y cantante que estremeció el ambiente musical cubano en los años 70 y 80 del siglo pasado junto a Irakere con clásicos irrepetibles como Bacalao con pan, Dile a Catalina, El viandero, Rucu Rucu a Santa Clara y muchos otros.

La composición Dile a Catalina, del gran Arsenio Rodríguez, ya era una creación interpretada por las más grandes voces soneras de país cuando Oscar hizo su versión con Irakere. "No pensamos que iba a convertirse en el gran éxito que fue, lo hicimos al estilo de Irakere", me confesó.

Su sonrisa y la alegría sin límite en el escenario fueron los mejores regalos para una generación que rescató lo más valioso de las raíces musicales cubanas.

YER

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