Historias panamericanas: la alegría de Cali 1971 y mucho más

Foto: Trabajadores.cu.

Por: Víctor Joaquín Ortega


Cuba ocupó el tercer lugar del medallero en los Juegos Panamericanos iniciales: Buenos Aires 1951, al acumular 9 medallas de oro, nueve de plata y 10 de bronce, solo superada por Argentina (68-47-39) y Estados Unidos (46-33-19).

Heroicidad de la delegación, pues lo logró a pesar de la escasa atención gubernamental, rasgada con tanta corrupción, y de los organismos relacionados con la esfera, golpeados también por las atrocidades.

Nuestros atletas supieron representar dignamente las cuatro letras llevadas al frente del uniforme, aunque no pocas de estas ropas estuvieran desteñidas y el calzado propio de la actividad mostrara deterioro.

En la segunda edición de la justa, Ciudad de México 1955, bajamos al noveno puesto (1-10-8). La única dorada la alcanzó Bertha Díaz en los 60 planos con 7.4 segundos, prueba eliminada después de Chicago 1959. El golpe proyanqui batistiano y la posterior tiranía habían aumentado las desgarraduras en el país: la Cultura Física no salió indemne. En el tercer clásico de este tipo nos ubicamos octavos con 2-4-4. Bertha y el pesista Juan Torres se impusieron en los 80 con vallas y la división ligera al lograr 11.2 segundos, mejor que la marca del certamen, y 347.5 kilos. Al avance del sector le faltaba mucho todavía en la patria recién liberada.

Cuatro años después fuimos quintos en Sao Paulo: 4-6-4, liderados por Enrique Figuerola, ganador de bronce en Chicago, convertido en el más rápido de la cita brasileña al conquistar la prueba reina con 10.3, el 60 kilos Roberto Caminero (Chocolatico Pérez), primer púgil de su patria en conseguir ese galardón en la fiesta del continente, los peloteros y la floretista Mireya Rodríguez.

En Winnipeg 1967, cuarto peldaño por 8-14-26, encabezados por las victorias sobre el ring de Enrique Regüeiferos (60), Andrés Molina (67) y Rolando Garbey (71), el levantador Pastor Rodríguez (385 kilogramos de total) y la saltadora de longitud Irene Martínez (6.33 metros).

Agregaron a la cosecha mayor Marcia Garbey, Violeta Quesada, Cristina Hechevarría y Miguelina Cobián, vencedoras en el relevo corto: 44.6 segundos. También aportaron los gimnastas: Héctor Ramírez y Jorge Rodríguez, reyes de las manos libres y el salto al caballo.

Como muchas veces he expresado, hay que tener en cuenta a quién superas o quién te supera para valorar realmente lo realizado. Por eso y otras consideraciones deseo añadir lo siguiente: Regüeiferos quedó por encima de Ronald Harris en el cuadrilátero canadiense: este norteamericano fue campeón olímpico ligero en México 1964 y bronce en Tokio cuatro años antes y después se batió con cierto éxito entre los trompadas pagadas; Irene dejó en plata a la estadounidense Willie White, la dama plateada en Melbourne 1956 con 6. 09.; además, formó parte del relevo del mismo metal en Tokio 1964. Hay más muestras de esta clase.

Recuerdos de un salto inmortal

Cali 1971. Sextos Panamericanos. El deporte cubano obtiene satisfacción tremenda en unos juegos múltiples de alta calidad y enorme consideración. Nuestra delegación se ubica segunda en la posición por países, únicamente superada por Estados Unidos 105-74-39 por 30-49-26. Hazaña colectiva extraordinaria. Victoria de la masividad, del desarrollo de la ciencia y la técnica aplicada a la cultura física, del deporte para todos por el que batalló Pierre de Coubertin convertido en un lema conducido a la realidad: Deporte, derecho del pueblo, en un país que lucha por emerger del subdesarrollo, mientras edifica una sociedad socialista a pesar del bloqueo de los gringos.

Entre ese salto colectivo refulge especialmente lo realizado por el joven pinareño de 19 años, Pedro Pérez Dueñas, en triple salto. Doblegó a contrincantes de la talla del brasileño Nelson Prudencio, subtitular olímpico en México 1968 y hasta por un tiempo plusmarquista del orbe.

Enrique Montesinos, uno de los más sobresaliente periodistas deportivos cubanos de todos los tiempos, lo narró en su libro Juegos Panamericanos: “…el antillano dejó pasmados a entendidos y profanos con una depurada técnica que trasladó su cuerpo hasta un coto legendario por entonces: ¡17.40!, récord del mundo, superior en un centímetro al de Saneiev…”.

Agrega el escritor: “…pulverizó tres primacías a la vez: las mundiales absoluta y de su categoría juvenil, además de las cubanas, las dos últimas vigentes durante 13 años…”.

Hubo magníficos resultados en otras disciplinas, ocho preseas en las nueves colectivas en que actuamos, la pelota se mantuvo en lo más alto del podio, campeonamos en las dos ramas del voleibol, enlazamos alegrones en las pesas, la gimnasia artística, la lucha, el ciclismo, el tiro. Liderazgo en el boxeo y la aparición en la división máxima de un muchacho de magníficas perspectivas, uno de los dos que subieron al tercer escalón: Teófilo Stevenson. En México 1975 mantuvimos el segundo sitio con 57-45-32 y en San Juan 1979 con 64-47-34.

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