Diseño: Alejandro Castro Acosta/Radio COCO. |
Por: Leydis Luisa Mitjans
Ya habÃamos dicho que la Universidad de La Habana es sÃmbolo de la ciudad. Sin embargo, el Aula Magna, uno de los edificios más importantes dentro de la alta casa de estudios tiene una mÃstica tan propia, que merece la reverencia de un “foco”.
Dicen que su construcción inició el 28 de octubre de 1906 y concluyó casi cinco años después, el dÃa primero del propio mes, pero del año 1911; que es un salón con forma de cuadrado perfecto y que la decoración de los interiores estuvo a cargo del pintor cubano Armando GarcÃa Menocal, quien elaboró siete grandes frescos que representan la Medicina, las Ciencias, las Bellas Artes, el Pensamiento, las Artes Liberales, las Letras y el Derecho.
De igual modo, los diseñadores rindieron homenaje a profesores cubanos que se destacaron en la historia cientÃfica de la Universidad y, alegóricamente, se seleccionó una figura destacada por cada profesión, encarnadas algunas de ellas por los medallones ubicados en el muro principal del edificio. Además, en lo alto sobresale una extraordinaria pintura que representa las nuevas carreras añadidas al currÃculum universitario con la reforma de 1937, tales como Arquitectura, PedagogÃa, IngenierÃa, entre otras.
En una esquina del magnÃfico salón reposan los restos de Carlos Juan Finlay, y en el lado opuesto, en una urna de mármol, los de Félix Varela, a quien rindió honor el papa Juan Pablo II durante su visita a Cuba en 1998.
En la pared del fondo se puede ver la tarja descubierta en 1973, en ocasión de los 50 años de la fundación de la Federación Estudiantil Universitaria. A todo ello se suman los cuatro lemas en latÃn, inscritos con letras doradas a ambos lados del escudo nacional que preside el Aula Magna:
"No se encuentra la venerable ciencia en cómodo lecho sino que sólo a través de arduo esfuerzo es que se le domina".
"Frágil y breve es la vida que nos da la naturaleza la cual puede hacerse inmortal por nuestras obras".
"Es muy propio el errar, pero solo los torpes perseveran en el yerro".
"Unos dÃas en la vida de un hombre erudito valen más que muchos años en la vida de un ignorante".
Información relacionada: