La patinadora holandesa Ivonne van Gennip. Foto: Tomada de Líderes. |
Por: Víctor Joaquín Ortega
La tristeza. aliada con la duda, se apodera de la patinadora holandesa Ivonne van Gennip. Entrenaba duro para participar en los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary, Canadá, en 1988. Sufrió varias lesiones, incluso la fractura de una pierna durante el ciclo preparatorio y hasta terminó en el salón de operaciones.
Ahora reposa en la cama del hospital y un pensamiento la golpea: ¿Estaré lista para actuar en la justa?Falta menos de un año…”. No se amilana. Intensifica, sin saltar etapas, su adiestramiento.
Ya está en los Juegos. Se bate duro. “La alemana Andrea Ehring es muy buena. Tiene calidad para imponerse, pero ¡no…!”. La de la Rrepública Democrática Alemana logra quebrar las marcas mundiales en tres mil y cinco mil metros. Ah, Ivonne le rompió esos récords y la envío a los sitios plateados en ambas pruebas. Para redondear su victoria venció en los mil 500. En Haarlem, donde nació, la bienvenida fue una celebración que desbordó la ciudad.
Décimos Juegos Olímpicos, Los Ángeles 1932. En los 10 mil lisos compiten con grandes posibilidades Iso- Hollo y Virtanen por Finlandia, el polaco Kusocinsky, el neozelandés Savidan, el teutón Syring y el sueco Lidgren. El primer finés mencionado es ubicado por los entendidos y por los periodistas como favorito: calidad sobrada, la historia lo acompaña con el canto triunfal de los corredores de su país, incluso pesa la sombra buena de su compatriota el gran Paavo Nurmi.
A correr… El de Polonia no pierde tiempo: se coloca al frente. Los de Finlandia lo persiguen. Están cerca. Acelera el atacado. A mediados de la carrera, se rezaga Virtanen. La lucha se centra entre el elegido y Kusocinsky. En la 17, crece la ofensiva de Iso-Hollo.
Aunque no ceja, hay un rictus en la faz del polaco.
La final: victoria de Janusz Kusocinsky (30:11.4) que consigue superar la marca del magno certamen: Nurmi (30: 18.8). El primero del dúo de sus acosadores se burla de la plusmarca anterior: Volman Iso- Hollo, plata ((30:12.6) y Lauri Virtanen, bronce (30:35). El campeón merece la medalla del coraje: a cinco kilómetros de la meta contendió con un dolor terrible en la planta de uno de sus pies: en cuanto la cruzó y se despojó del calzado, pudo verse como la sangre se había adueñado de aquel.
Acompáñenme a los Primeros Panamericanos Hacia Buenos Aires 1951. El clavadista mexicano Joaquín Capilla, recién operado con urgencia de apendicitis, se dispone a participar en la gran fiesta inaugural del continente. A pesar de algunas observaciones contrarias: “Todavía estás convaleciente…Perdiste vatios días de entrenamiento…Va y se te infesta la herida y no puedes asistir a la Olimpiada del próximo año…No les hace caso.
En la capital de Argentina. Son poemas los que dibuja en el aire y al caer en la piscina. Sus contrarios principales se esfuerzan, mas no pueden derrumbar el muro de voluntad, coraje y técnica del azteca. Mi tocayo conquista las medallas doradas en plataforma y trampolín y lanza a segundo y tercer lugares de la primera especialidad a Samuel Lee y Miller Anderson, En la restante, parecido, solo que cambian los puestos sus fundamentales oponentes.
Lee y Anderson están considerados entre los mejores del planeta en dicha disciplina. Samuel ganó la plataforma y alcanzó bronce en trampolín en Londres 1948 mientras Miller lo secundó en plataforma, renglón donde Capilla fue tercero; en la otra batalla, cuarto. En Helsinki 1952, Anderson, trampolinista plateado, el mexicano, cuarto. Lee, el as de los plataformista, seguido por Joaquín quien es el titular de Melbourne 1956 en plataforma y tercero en trampolín. Su preparación para los Panamericanos y su labor allí, le ofrecieron armas para su desarrollo. En Ciudad de México 1955 repitió su doble alegría.
En próximas ediciones, si ustedes lo desean pueden viajar conmigo al glorioso pasado de la gran lid continental, para analizar y emocionarnos con diversos aspectos de la cita, arribar al presente e ir hacia los convocados para Santiago de Chile en octubre de 2023.