No pocos expertos lo consideraron el octavo boxeador cubano de su época. Foto: Mi columna deportiva. |
Por: Víctor Joaquín Ortega
Las bocas, las quijadas, las manos embarradas de grasa. La dignidad más manchada. Los convocados a este show en el programa televisivo Ace hace de todo contienden para ver quién de ellos se zampa más lonjas de carne. Además de la jamaturria gratuita, algunos pesos les dan por su presencia y la gente del barrio los mira en la pantalla.
Las cámaras los toman. “En primer plano esa embarrazón, así, así…Perfecto. Ahora hacia el boxeador. Rápido, tiene la bocaza abierta y la cara más tonta que nunca…” En esta ocasión los comilones compiten con el ascenso al palo ensebado, la más importante sección, relajo a partir de los que no tienen para casarse. El vencedor recibe diversos premios, hasta el pago de la luna de miel en el extranjero, un carro, los muebles… y los negociantes se disfrazan de buenos al permitir la boda de unos pocos con las ganancias extraídas cotidianamente del pueblo.
Mientras me mantengo agarrado al recuerdo de aquel programa, el historiador Mario Torres de Diego me indica: “El Niño se llamaba realmente Giraldo Ramos León. No lo olvides…” Le respondo antes de continuar escribiendo: Sí, pero el nombre de guerra usurpó el puesto del de verdad”. Y sigo.
La burla y el desprecio caen también sobre uno de los más mediáticos atletas de entonces en la Mayor de las Antillas. Ni hablar de Panamericanos, Centrocaribes, ni Juegos Olímpicos relacionados con el mejor cubano entre los pesos máximos de su etapa. Rápido a lacerar anatomías y arriesgar la de él sobre el ring profesional.
De no hacerlo, lo esperan, con la primaria pegada con alfileres jorobados, el machete, cemento y arena, el escobillón, la cargadera de pesados sacos: mucha labor y poca paga, o ser un busca vida. No es un extraordinario púgil, tampoco un bulto. Y le ha sacado también a su fama al anunciar diversos productos con su dicción horrible: “Yo tomo mucha malta Hatuey y como muchos biftecs”.
¿Qué le importan menciones, chistes, chanzas a costa de él y de la gente de abajo, si la plata le llega y esa propaganda la impulsa? Está en canciones incluso: “Te quiero con alma de niño, de Niño Valdés…”, o en la estampa tan bien expresada por Luis Carbonell donde un muerto de hambre trata de ser como él y se gana una golpiza. Es llanto y aun alarido cuando pierde una pelea y declara que se la han quitado, y hasta ha tirado bravatas contra Rocky Marciano. “Lo puedo noquear; no me dan chance porque me tienen miedo”. ¡Pobre iluso!
Nacido el 5 de diciembre de 1924 en La Habana, debió probar en carne propia el gran esfuerzo de los estibadores; las aulas y libros muy atrás. Era un muchachón cuando intentó coronarse el 15 de septiembre de 1945 en pelea efectuada en el Palacio de los Deportes frente a Federico Malibrán quien lo puso a dormir. Según informa Torres de Diego, el anterior campeón Mario Raúl Ochoa había dejado el título vacante, y el combate se efectuó en beneficio del boxeador Sergio Rivera que estaba pasando por un mal momento económico.
Malibrán, aunque nació en Trinidad se estableció en Ciego de Ávila, y murió en la capital en 1956 víctima de la tuberculosis. En una oportunidad superó al astro semipesado George Carpentier cuando éste iba hacia abajo. El trinitario avileño recuperó el cetro en aquella lid realizada en la instalación habanera:también había sido as nacional de los completos el 10 de abril de 1947.
Volvamos al Niño. Obtuvo el cetro de su división en 1953 al anestesiar a Onelio Agramonte. Gran parte de la prensa cubana se alió a la alharaca cuando superó a Ezzar Charles, ya en descenso, o al lograr anestesiar al duro rival Joe Erskin en Londres el 19 de febrero de 1957. No abandonó sus aspiraciones de ser el mejor del mundo en su peso, de enfrentar a Marciano. Jamás lo logró. En verdad, no tenía condiciones para eso. No pocos expertos lo consideraron el octavo boxeador cubano de su época. 6.3 y 230 libras. Récord de 48 victorias, tres tablas y 18 reveses. Propinó 36 fueras de combate. Recibió 5 nocaos.
Establecido en Estados Unidos se mantuvo entre los tiragolpes pagados Hasta que …cuesta abajo es la rodada. Y rodó. Sonny Liston lo noqueó en el tercero en 1959. Principio del fin aunque se despidió con triunfo por KO en diciembre de ese año. Vuelve a ser estibador. Diabetes. Pierna perdida. En la soledad del olvido. Hasta que la muerte se llevó en Nueva York, el tres de diciembre de 2001, a un hombre que había fallecido bastante tiempo antes.