Ciudad en foco: La escuela de la vida

Diseño: Alejandro Castro Acosta/Radio COCO. 

Por: Leydis Luisa Mitjans 

No puedo imaginar qué sienten quienes vuelven a las aulas, sobre todo en los niveles elementales de enseñanza. No puedo, porque pasé por allí en el mundo de ayer y, para bien o para mal, tengo en la mirada el peso de tres décadas. Pero sí sé que en mi mundo iniciar un curso era siempre una sensación de alegría, con mínimos temores, muchos nervios y muchas ganas. No sé si fue suerte, pero fui casi siempre feliz en las escuelas por las que transité.

A casi todos mis maestros los evoco con admiración y respeto. En mis recuerdos aparecen como hombres y mujeres exigentes, pero amables y justos. Hoy todavía se de algunos y a otros, orgullosamente, puedo llamarlos amigos. A unos pocos, también, los siento como parte de mi familia.

A ratos me pregunto quién sería yo sin la influencia de ellos, sin las escuelas donde estudié, sin los compañeros, amigos, hermanos que hicieron junto a mi el largo viaje en el Sistema Nacional de Educación. Mi historia, la que guardan mis recuerdos, es una historia feliz en todos lo sentidos. Sin embargo sé -precisamente por los años vivido- que en los centros docentes no es tan mágico el mundo.  

Y aprendí que la letra con sangre no entra, que no hay derecho a pegar a un alumno, que la humillación jamás ha funcionado en la educación, que las escuelas necesitan del apoyo de las familias y del entorno, pero que también tienes que "dejarse" ayudar ¿Acaso no eran el centro cultural más importante de la comunidad?  

Ahora sé, también, que los maestros llegan a las aulas con la vida a cuestas; y que ese peso es muchas veces demasiado grande.

Hoy todos los alumnos no usaran uniforme, porque no hay para todos. La base material de estudio "es reducida" y no todos podrán llevar merienda. Algunas sillas quedarán sin ocupar, porque quienes allí estudiaban habrán emigrado o habrán decidido que ya la escuela no les aporta nada. Algunos maestros no se incorporarán a las aulas, otros lo harán sin muchos deseo.  

Sin embargo, también hoy estarán a las aulas, de uno y otro lado, gente que cambia el mundo con los actos simples de enseñar y aprender. Yo los conozco. A esos, a todos, que encuentren en la escuela una zona segura, una red de apoyo, un lugar donde explorar la vida.

LLHM

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