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Por: Abel Rosales Ginarte
El 28 de agosto parecía un día normal en Matanzas, territorio del occidente cubano. Hombres del campo procedentes del Valle de Yumurí pasan cantando sus tonadas, que se pierden entre cantos africanos y pregones chinos. Acaba de nacer Rogelio Martínez Furé y con él toda la fuerza de las raíces culturales que se funden en Cuba.
Se ilumina el camino de los dioses cansados de evocar a sus ancestros. En el barrio donde crece viven chinos, judíos, gallegos, catalanes, congos, arará, iyesá, abakuá, gangá, un abanico de tradiciones que refresca al espíritu que se levanta. Furé se convirtió en etnólogo, africanista, bailarín, cantante, narrador oral, escritor, poeta.
La identidad cubana se revela en las historias que acompañaron su crecimiento, en el ambiente popular, en sus estudios. Lo Real Maravilloso Americano vibra en su mirada rebelde, en las líneas sutiles de lo cubano.
Furé siente en carne propia la reflexión del poeta y ensayista Guillermo Rodríguez Riera en su libro, Por el camino de la mar o nosotros los cubanos: "La religiosidad cubana está esencialmente marcada por su impureza, por su contaminación con otras creencias, por su promiscuidad que la convierte en una heterodoxia".
Desde su nacimiento hasta el último día de su vida en la tierra, Rogelio Martínez Furé, dialogó con todas las esencias vibrantes, con todas las fuerzas que llegaron a Cuba desde otros continentes y se asentaron aquí. En diálogos imaginarios aprendió y enseñó a cultivar el soplo vital de las raíces. Celebramos la vida del Rogelio fundador, padre de generaciones de artistas y poetas. ¿Cómo es posible dar y hacer tanto en el corto tiempo que nos impone la vida?
Furé recibió los más importantes premios que se otorgan en la isla a un artista, como el Premio Nacional de Danza y el Premio Nacional de Literatura. Le tocó interpretar y asimilar lo que somos. Inclinado sobre la isla, bajo la sombra de las almas gigantes que iluminan a Cuba, Rogelio Martínez Furé nos indica los caminos invisibles que atraviesan el mar, más allá del espíritu y la razón.
LLHM