 |
| Diseño: Alejandro Castro Acosta/Radio COCO |
Por: Leydis Luisa Mitjans
Cuando parece que el cielo puede romperse, que las nubes nunca más serán blancas y que no habrá tierra suficiente para soportar el diluvio por caer; cuando sopla un aire fresco y el petricor lo perfuma todo, La Habana se transforma en una ciudad de silencio perturbador.
Porque dicen los que saben, quienes lo han vivido, que lo terrible viene después de las lluvias intensas, cuando sale el sol y no hay milagro posible para que las estáticas milagrosas permanezcan en pie. Al final ¿qué es más implacable que la huella del tiempo?
Dicen que La Habana es una ciudad vieja, pero es mucho más que eso; es, además, una urbe deteriorada allí en los lugares mayoritarios donde no alcanzan los privilegios y los derrumbes ya son parte de lo común en algunos municipios donde las grietas son parte del paisaje.
Noticias relacionadas
Nueva depresión tropical se forma en el mar Caribe noroccidental
Pronostican numerosos chubascos y tormentas eléctricas en La Habana
De acuerdo con las estadísticas del Ministerio de la Construcción, el fondo habitacional cubano es de 3 millones 824 mil 861 viviendas, actualizado por el Censo de Población y Viviendas del año 2012 y la evolución del fondo con cierre junio del 2017. De ellas, el 39% se encuentran en regular y mal estado técnico.
Precisamente La Habana, con más de dos millones de habitantes, es el territorio con mayor índice de déficit habitacional (185 348), seguido por Holguín (115 965) y Santiago de Cuba (101 202).
El problema -el mayor- es lo que no dicen las estadísticas. Lo que los números son incapaces de transmitir.
La sobrevida de quienes lloran a sus muertos, cuya techo nunca fue seguro. El miedo a dormir, cuando es posible no amanecer, la vida que pasa entre las grietas, la desesperanza. A veces, también, una quiere que no llueva.
LLHM