Más de 20 mil hectáreas de cultivos varios fueron afectadas por las
intensas lluvias ocurridas dÃas atrás en el oriente del paÃs. Foto: Cubahora |
Por: Elena Iglesias Cuesta
En la frase Cuando no hay pan se come casabe reconocemos -rápidamente- una referencia a que, ante la ausencia de lo que realmente se necesita, no queda más alternativa que intentar "resolver con lo que aparezca".
Sin embargo, en Cuba, aunque la producción de alimentos constituye un asunto permanente en la agenda gubernamental, las soluciones no se han concretado, y entre medidas, reformas y crisis económicas, hasta encontrar el casabe es hoy una epopeya para muchos.
Incluso, este contexto parece aún más complejo, si se tiene en cuenta que más de 20 mil hectáreas de cultivos varios fueron afectadas por las intensas lluvias ocurridas dÃas atrás en el oriente del paÃs.
El pasado mes de mayo, en su intervención en la Asamblea Nacional del Poder Popular, el viceprimer ministro y titular de EconomÃa y Planificación de Cuba, Alejandro Gil, señaló que al paÃs le urge enfrentar el déficit en las producciones agrÃcolas, las cuales disminuyeron de manera sistemática en los últimos años, e hizo un llamado a trabajar por la producción local.
No obstante ¿dónde quedan las inversiones, los recursos que necesita el sector agrÃcola? ¿Dónde queda el personal para trabajar en el campo? ¿Dónde queda la mirada de los campesinos? Sin eso elementos, lo local se desvanece.
Hacer cosas diferentes, adaptar las buenas prácticas a los momentos actuales, innovar en cada una de las actividades, buscar soluciones: el reto, posible, es más urgente ante la realidad de una mesa sin pan ni casabe.