Por Víctor Joaquín Ortega
No permitan que el capitalino Reinaldo Paseiro Rodríguez sea solo el nombre de nuestro velódromo: él es el alma del ciclismo cubano.
Obsérvenlo
competir en la contra reloj de los Juegos Centrocaribeños de Barranquilla 1946, sin tener la
preparación y el vehículo adecuados ni apoyo gubernamental. Vaya, prácticamente
de mensajero de botica a contendiente deportivo.
Ya pedalea. ¡Ahí
viene con todo…! Y se convierte en el
primer cubano ganador de la medalla dorada en el ciclismo de un certamen
múltiple.
Quiere llevar
otro galardón para la patria. Lo consigue: bronce en la velocidad a mil metros.
Guatemala 1950. Sin que haya cambiado mucho su situación, se bate de nuevo en
la especialidad. ¡Duro, ahí,
muchacho…! Ha vuelto a subir a lo más
alto del podio. No se conforma.
Hacia la
persecución por equipo. Miren cómo el cuarteto lucha sabroso y… Ascenso de plata para Paseiro, Leopoldo
Posada, Oscar Hevia y Leonardo Rodríguez. No lo soñaba, quizás brillaba entre
sus anhelos… El caso es que está en los Juegos Olímpicos de Londres 1948.
Y aquel hombre
nacido en cuna pobre el primero de febrero de 1925, logra llegar a los cuartos
de finales en los mil metros velocidad de la magna lid.
Al ser uno de
los triunfadores de la I Vuelta a La
Habana en 1945. Consolidó su gran amor, el ciclismo, al que le dedicaría la
vida, desgraciadamente cortada por un antisocial el once de junio de 1973.
Cuando el
deporte devino un derecho del pueblo. Paseiro se integró de lleno a las
batallas por elevarlo, tanto con la Dirección General de Deportes, especie de
preámbulo magnífico guiado por el capitán Felipe Guerra Matos, como con el
Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación, dirigido por
José Llanusa Gobel en sus etapas iniciales, desde el 23 de febrero de 1961.
El quehacer a
partir del cargo de comisionado nacional de su amada disciplina, resultó aun
superior a su labor en las contiendas del músculo. Ensueños y esfuerzos
victoriosos por realizarlos, obstaculizados por algunos escépticos, lo
convirtieron en el gran campeón de nuestro ciclismo.
Posta número uno
del antiguo Cuartel Moncada convertido en
la Ciudad Escolar 26 de Julio, Once de febrero de 1964.La felicidad
abraza al Gallego, así le decimos cariñosamente a Paseiro. La bandera de
cuadros en su diestra. La baja… ¡Se ha iniciado
la I Vuelta a Ciclística a Cuba! Se impondrá Sergio, Pipián, Martínez,
un guajiro bueno que llevará por todos las rincones de la nación y más allá, el
nombre de ese pueblo, y lo apodarán el
Rey de las Carreteras de Cuba.
Febrero 6 de
1969. La Sexta Vuelta será por primera ocasión
de carácter internacional. Crecerá.
En la inaugural, trece conjuntos
del patio, uno mexicano y otro argelino. Este último arriba, debido a
adversidades sufridas en el viaje,
cuando está al frente el principal colectivo de la sede en los 500
kilómetros de recorrido. Sus integrantes generosamente renuncian a sus
resultados, y así los arribados recién tendrán posibilidades. La justa será
nombrada Vuelta de la Solidaridad.
Se reinicia el
día once. Al final, Pipián es de nuevo el as, quien enlaza, además, el premio
de montaña, mientras el azteca Radamés Treviño es el monarca de la .combatividad.
Campeona el seleccionado encabezado por “Pipián” y capitaneado por Roberto Menéndez, formado también por León
Antonio Herr, Raúl Vázquez, Inocente Lizano y Ricardo Saro.
Esos nombres y sus conquistas existen, y aun los más grandes lauros ciclísticos —a la vanguardia el subtítulo olímpico de Yoanka González en la especialidad por puntos de Beijing 2008—, porque el espíritu emprendedor y victorioso de Reinaldo Paseiro Rodríguez los acompaña de una u otra manera.