Por Víctor Joaquín OrtegaFoto: Internet.
Un nuevo galardón para René Navarro: el Premio Nacional de Televisión. Merecidísimos todos; entre ellos, los Premios Nacionales e Internacionales por la Obra de la Vida en el Periodismo Deportivo, este último entregado por la Asociación de la Prensa Deportiva de América.
Considero a este hombre, nacido en el municipio Madruga, en la occidental provincia Mayabeque, hace 75 años, el más integral de los narradores y comentaristas del sector y uno de los mejores de todos los tiempos en el país.
Dicción y saberes en el mismo elevado nivel. Tiene qué decir y sabe decirlo. Sin callar los errores ni loar lo impropio o ensalzar una victoria pírrica. Y de una creatividad magnífica: pregunten por las Espectaculares Morenas del Caribe.
En el mismo plano mantiene su calidad humana: solidario, moral, patriota, virtudes abrazadas con energía y mostradas con los hechos aún desde la cotidianidad.
Una de estas cualidades es la gratitud: jamás olvida a quienes lo apoyaron en su quehacer, quienes le ayudaron a vencer cualquier maldad, nacida de la mediocridad de algunos, esos que siempre intentan apagar la luz de quienes valen.
Ante el reciente reconocimiento, recuerda especialmente a dos instituciones: “Mucho hicieron por mí. ¿Cómo olvidarlas?". Son la Escuela Nacional de Cultura Física Comandante Manuel Fajardo —ahora con nivel universitario—; y la emisora COCO, el centro que más ha hecho en Cuba por la formación de los narradores y comentaristas deportivos, amén de su labor general muy alta en lo profesional y lo ético.
Tenía que ser así: fundada por el mambí y antimachadista Luis Casas Romero, y con la tesonera presencia posterior del director martiano y fidelista Guido García Inclán.
Su legado ha sido asimilado por lo realmente refulgente de las diversas generaciones continuadoras.
En el Fajardo, así se le llama cariñosamente a ese centro educacional, René se graduó de profesor de Educación Física, entrenador y árbitro de baloncesto, quehaceres ejercidos con entrega y pasión.
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Navarro fue uno de los fundadores de los Juegos Nacionales Escolares y también dirigió varios equipos femeninos del "deporte ráfaga" en aquellos torneos provinciales albergados a tribuna repleta por el tabloncillo universitario Ramiro Valdés Daussá. Ese caudal teórico práctico le sirve de enorme base para profundizar sobre el ámbito.
Si bien comenzó su misión reporteril de manera voluntaria para Radio Reloj, siendo un adolescente, donde cubrió incluso la visita de La Pasionaria y la inauguración de varias fábricas, en la COCO encontró una gran familia. Era un novato y le dieron el micrófono para que describiera y opinara acerca de importantes lides u otros sucesos.
La emisora le fortaleció la forja como ser humano y en lo profesional, con el ejemplo y la enseñanza. No la ha abandonado: todavía colabora allí.
Entre sus más gratos recuerdos están sus conversaciones con Guido. “Siempre tenía su puerta abierta, en especial para los jóvenes. Sus anécdotas, sus historias, su forma de ser, me posibilitaron ganar en cubanía, en amor por la justicia. Y no fue solo él quien me ayudó a crecer… Amigo mío, ¡cuánto le debo a la COCO!"
Entonces, al calor de estas líneas propongo pagar una deuda a este centro radial-escuela, formadora de tantos valores: el Círculo de Periodistas Deportivos de Unión de Periodistas de Cuba debe proponer a la COCO para el Premio Internacional de Periodismo Deportivo por la Obra de la Vida, a la Asociación de la Prensa Deportiva de América.