Historias centroamericanas: el gran impulso olímpico de la cita regional

Foto: Centro Caribe Sports
Por Víctor Joaquín Ortega

En el 2023 por primera ocasión se realizarán en el mismo año los Juegos Centroamericanosy del Caribe y la cita multideportiva panamericana, debido a la pandemia que también llevó al 2021 la magna cita olímpica de Tokio.

El momento es propicio para recordar el nacimiento y el ascenso de los juegos regionales. El Comité Olímpico Internacional (COI), en su sesión 22, efectuada en 1922, en París, no solo profundizó en la importancia de este tipo de certamen, sino que llamó a apoyar los esfuerzos de América Central para establecerlo

Los objetivos de los creadores eran loables: vigorizar la hermandad en la región y contribuir al avance de la Cultura Física en ella, donde andaba bastante atrasada. Sería tonto pensar que las raíces del mal estaban ubicadas solo en lo deportivo: las naciones  desarrolladas vivían (y viven) en general de las subdesarrolladas, sin respetar siquiera a los de abajo de su propio pueblo. No es casual su domino en lo atlético.

Tampoco debe ocultarse el uso político por parte de los gobiernos al manipular la contienda al estilo de la Roma esclavista. En los segundos, La Habana 1930, la tiranía proyanqui machadista intentaba esconder sus desmanes con aquel espectáculo lleno de emociones.

Sin embargo, a partir de que los sueños y la labor de sus progenitores cristalizaron en Ciudad de México 1926, los Centroamericanos serían y son un gran impulso al ámbito de referencia. En la cuarta edición, Ciudad de Panamá 1938, se les agregó merecidamente “y del Caribe”.

Los resultados más relevantes de los centrocaribeños antes de su certamen local, tan ligados a la genialidad y lo heroico, son los siguientes: el cubano Ramón Fonst, primer campeón olímpico latinoamericano al imponerse en la espada de París 1900 y alcanzar plata entre los profesionales. En San Luis 1904 añadió dos puestos dorados más, uno de ellos en florete por equipos, prueba en la que participó su compatriota Manuel Dionisio Díaz, as del sable en lo individual.

El maratonista de la Mayor de las Antillas, Félix “Andarín” Carvajal finalizó cuarto. Le correspondía el tercer peldaño: el ganador Tom Hicks, de Estados Unidos, se había dopado y recibió ayuda de algunos amigos durante la carrera. 

Los jueces no actuaron contra el infractor porque ya había sido descalificado por fraude otro estadounidense, Fred Lordz. Ese llegó primero, aunque se comprobó que había  montado en  un  auto durante algunos tramos. Decidieron ocultar la  trampa de Hicks para no molestar  aún más a la sede.

Parece un milagro y ocurrió: el tercer  lugar del equipo haitiano de rifle libre en París 1924 formado por Ludovico Augustin, Ludovico Valborge, Astred Tolland, Dustin Destine y Eloi Metullus.

Aunque solo participaron tres delegaciones en los centroamericanos iniciales, en 1926: México, Guatemala y Cuba, desde entonces comenzó cierto adelanto, beneficiado por una atmósfera muy favorable para el sector, lo que se reflejaría cada vez más en representaciones superiores en lo cuantitativo y  la calidad en los propios Juegos y en los rescatados por Pierre de Coubertin.

En próximas ediciones ahondaremos sobre los andares de los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

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