Elena Iglesias: Para ella no hay un antes y un después

Foto: Radio COCO

Por Leydis Luisa Mitjans y Gian Franco Gil

Cada 19 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama. La fecha pretende sensibilizar sobre la importancia de la detección precoz, a fin de mejorar el pronóstico y la supervivencia de los casos.

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El paso del tiempo se siente -también- en la palabra. Las palabras que cuentan el ayer son incapaces de transmitir las emociones más tórridas, porque mirar hacia atrás es reconstruir, y la memoria casi siempre recuerda los hechos, pero “borra” las emociones, sobre todo aquellas que una desearía no haber vivido. Elena puede hablar del cáncer de mama en pasado, y quien la escucha no alcanza a percibir en toda la dimensión posible lo que representó el diagnóstico para su vida.

De hecho, ella revive la experiencia desde el otro lado. Como matemática de profesión persigue la “lógica” de la vida; como periodista por azar, sabe que puede elegir cual es el tono en que narrará una historia. Por tanto, fiel a su filosofía y al rasgo que reconoce con más fuerza en su carácter, pone el énfasis en la actitud. En todo lo que queda por hacer cuando con 42 años y dos hijos (de 13 y dos años), un equipo médico del Instituto de Oncología y Radiología (INOR) le informó lo que ya sospechaba.

En el año 2019 la doctora María Caridad Rubio Hernández, Jefa del Programa Nacional para el Control del Cáncer del Ministerio de Salud Pública, afirmaba que el autoexamen y el haberse palpado algún nódulo es el principal motivo por el cual las mujeres llegaban a las consultas de control.  Dentro de este grupo se encuentra Elena Aurora Iglesias Cuestas. “Yo tenía la costumbre de palparme y un día sentí un abultamiento pequeño en la mama derecha”. Era el año 2004.

Al principio se preocupó, pero estaba centrada en los preparativos para el tercer cumpleaños de su hijo y eso la distrajo. Además, creyó que podía ser algo relacionado con la menstruación, así que decidió esperar unos días. Cuando volvió a revisarse la sensación era la misma, así que fue a consulta.

 “En el Oncológico me entregaron un papel pequeño abierto, escrito con términos médicos que yo no entendí mucho.  Pregunté, "¿pero tengo cáncer, el examen dio positivo? y quien me entregó el resultado, que era la secretaria de la consulta, me dio tres palmaditas por el hombro y me dijo: diríjase al clínico quirúrgico de su área". Ese día no recibió el diagnóstico oficial, que en ese momento tampoco le hizo falta. Tres golpes en su hombro removieron todos los cimientos de una vida que ya había comenzado a cambiar. 

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud el cáncer de mama es el tipo más común, con más de 2,2 millones de casos en 2020. Se estima que cerca de una de cada 12 mujeres enfermarán a lo largo de su vida y se reconoce como la principal causa de mortalidad en ese segmento poblacional.

Un año de quimoterapia y más de 28 radiaciones fue el tratamiento que salvó la vida de Elena. Un tratamiento largo que ella se empeñó en recordar sin sobresaltos y hasta con humor. “En ese tiempo estaban reparando el hospital y en las radiaciones yo me sentaba con mi prima en unos bancos que eran de los constructores porque todo se llenaba y siempre nos poníamos a jugar cartas. Un día vino un constructor para que le enseñáramos a jugar, al otro día vino otro y así hicimos un equipo, y como los tratamientos eran diarios allí me esperaban con merienda y todo. Fue muy bueno eso y no podía pensar en enfermedad ni en nada; ellos estaban allí cada día dándome ánimo y deaseándome la mejor de las suerte”.

Antes que se cayera, Elena se cortó su larga melena negra, se colocó un turbante y le dijo a su madre que aquello era parte de una promesa. Fiel a su estilo, lo cuenta sin muchos detalles, como una de las tantas consecuencias derivadas del cáncer. Sin embargo, no es dificil imaginar el impacto de aquellas primeras veces frente al espejo, adaptándose a esa nueva imagen que nunca hubiese escogido para sí.

Una de sus primas fue su apoyo principal durante el tiempo que duró el tratamiento. Su esposo y padre de sus hijos también estuvo siempre presente, pero de otra manera. Él, de carácter más discreto y menos “positivista” era incapaz de permanecer en esa primera linea de hospital sin quebrarse. Hoy, sigue allí, siempre en la vida de su Liena, desde donde mejor pueda quererla.

Elena cree que no hubo vida del día después, porque ha vivido intensamente en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. Para ella no hay un antes y un después, hubo una enfermedad a la que hacer frente. Su perspectiva, admirable, debiera ser un de los focos de atención en este día.

“Cuando tienes cáncer, oyes mucho sobre la importancia de una actitud positiva y, hasta cierto punto, es cierto. Pero ver el lado bueno puede comenzar a sentirse como un guión que tienes que interpretar en lugar de la comunicación verdadera de lo que sientes”, escribió la periodista Annaliese Griffin, y con ello apuntó a lo verdaderamente importante: una persona es mucho más que su enfermedad.

 ¿Qué pasa a nivel molecular con las células tumorales? Ahora en el mes de la concientización del cáncer de mama: “Respuesta al daño en el ADN y cáncer de mama”.
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