El signo de la esperanza

Foto: Agencia Cubana de Noticias. 


A 16 hijos cubanos que ya no están.
Desde su creación, la Cruz Roja como su homóloga en países musulmanes: Media Luna Roja, han formado parte indisoluble de las naciones, para asistir a los más necesitados en toda clase de conflictos armados y catástrofes de cualquier naturaleza.

Por: Sender Escobar

La batalla de Solferino concluyó luego de nueve horas de enfrentamiento entre las tropas piamontesas aliadas con los franceses, contra los austríacos.

El 24 de junio de 1859 la derrota de los austríacos permitió la definitiva unificación de Italia. Pero tanto vencedores como vencidos, simples números para la historia, se contabilizaban en más 38 mil heridos abandonados a su suerte.

El banquero suizo Henry Dunant, procedente de Argel y de visita en Italia, cuando observó aquel triste panorama, persuadió y movilizó a los pobladores de la zona, para que sin importar la procedencia, todos aquellos hombres fuesen atendidos.

De esa iniciativa, plasmada en un libro de memorias donde registraría aquellas jornadas, el suizo tuvo la idea de crear una asociación que siempre estuviera dispuesta a socorrer a quien lo necesitase, sin interesar religión, pensamiento político, origen o raza.

Finalmente cuatro años más tarde quedó oficializado, con el apoyo del gobierno de Suiza el 18 de febrero de 1863 la: Cruz Roja Internacional. Un año después se firmaría por doce estados el Primer Convenio de Ginebra el 22 de agosto 1864, donde quedó establecido el derecho internacional humanitario.

Cinco fueron los principios de funcionamiento establecidos en el convenio internacional: humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia y voluntariado. 

Desde entonces, el movimiento de la cruz roja ha estado presente en casi todos los conflictos bélicos o desastres de cualquier índole.

La humanidad de la obra de Dunant fue reconocida en 1901, cuando se le entregó el primer Premio Nobel de la Paz de la historia. Igualmente la Cruz Roja, casi al término de las dos guerras mundiales, fue merecedora del nobel en 1917 y 1944 respectivamente.

Treinta años más tarde del reconocimiento internacional realizado en Ginebra, en febrero de 1894 en la ciudad cubana de Matanzas, teniendo en cuenta los estatutos firmados en dicha convención, un grupo de voluntarios formaron la primera sociedad de que serviría desinteresadamente a la población de más bajos recursos.

Sin embargo, las dificultades generadas por la guerra iniciada en febrero de 1895, evitaron un mayor desarrollo de la incipiente cruz roja cubana. Pero en la manigua con la incorporación de sus miembros al ejército libertador, o en las ciudades no dejó de estar presente el espíritu solidario de quienes brindaban su tiempo en pos de otros.



En una investigación del máster en Ciencias Alcides Francisco Antúnez Sánchez sobre los inicios de la Cruz Roja en Cuba, el autor narra el desempeño del movimiento internacional en Santiago de Cuba en 1898 durante la guerra hispano-norteamericana.

En este trabajo Antúnez hace también una llamativa acotación: la llegada al archipiélago de un barco procedente de los E.U.A con ayuda humanitaria, para las víctimas de la cruel reconcentración emprendida por el entonces Capitán General de la Isla Valeriano Weyler.

Dicha embarcación navegó bajo la bandera de la Cruz Roja, constituyendo el primer viaje internacional de la historia de esta organización, representado por sí misma.

Sería finalmente en 1909, durante el gobierno de José Miguel Gómez, que la cruz roja cubana alcanzaría reconocimiento gubernamental.

Fundada por el destacado médico e introductor de la vacuna antirrábica en Cuba el Dr. Diego Tamayo Figueredo, con el Decreto Presidencial 401, el 10 de marzo quedó oficializada la entidad como: Sociedad de Socorro del Poder Público, autorizando su jurisdicción en territorio nacional.

Desde su creación, la Cruz Roja como su homóloga en países musulmanes: Media Luna Roja, han formado parte indisoluble de las naciones, para asistir a los más necesitados en toda clase de conflictos armados y catástrofes de cualquier naturaleza. Manteniendo desde entonces, el espíritu por el que Dunant hizo unir a tantos seres humanos bajo un emblema, como signo de esperanza. 


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