Por: Isabel María Calvo
Una extraordinaria sensibilidad muestran los capitalinos que residen en el área limítrofe de los municipios Diez de Octubre, Arroyo Naranjo y San Miguel del Padrón cuando mantienen como temas fundamentales de conversación el lamentable siniestro que acontece en Matanzas y la amplia ola de solidaridad que genera.
La voz prácticamente unánime de quienes residen en estos periféricos territorios se unen al lamentar el accidente y sus negativas consecuencias, especialmente en cuanto a lesionados y a víctimas fatales, a la vez que ponderan la actitud solidaria de todas las provincias del país y naciones hermanas lideradas por México y Venezuela.
Los cubanos en general, y los habaneros específicamente, quisiéramos estar allí junto a los bomberos, miembros de los cuerpos de rescate y salvamento, de la Cruz Roja, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior y demás personas que dan su aporte para extinguir el fuego y favorecer que se restablezca la normalidad.
De hecho, los acompañamos en primera instancia al mantenernos actualizados minuto a minuto, a través de nuestros medios de comunicación masiva y sus plataformas multimediales.
Escuchamos los criterios tanto de jóvenes como de adultos dispuestos a ayudar en todo lo que sa necesario.
Decenas de personas se han dirigido a donar su sangre a instituciones de salud como el Hospital docente General Calixto García Iñiguez, con el fin de auxiliar a los lesionados que lo requieran.
Las mujeres habaneras, que son mayoría entre el personal médico y paramédico, muestran sensibilidad y espresan disposición a cooperar con todo el que lo necesite.
Los líderes religiosos ante sus altares y símbolos piden que podamos vencer tan severos obstáculos y bendicen a nuestros hermanos mexicanos y venezolanos.
La gran mayoría de las personas colocan por orden de prioridad primero la preocupación por la salud y la vida de los yumurinos y después las pérdidas económicas.
Por otro lado, los principales dirigentes de la Revolución están en la primera línea de combate, lo que evidencia la huella y el legado de Fidel Castro, quien vaticinó en su última alocución pública que el pueblo de Cuba siempre vencerá.