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| Junto a los modelos tradicionales ganan espacio nuevos tipos de familias más democráticas y flexibles. |
A propósito de la cercanÃa del proceso de referendo sobre el Código de las Familias, reflexionamos acerca de la prioridad que la Revolución cubana ha otorgado a ese tema.
Desde enero de 1959, en el camino para cumplir el sentir martiano de colocar la justicia tan alta como las palmas, el nuevo gobierno de Cuba ubicó a los núcleos familiares como centro del quehacer polÃtico, social y económico del archipiélago.
Por medio de la obra de la Revolución resultaron beneficiados los menores de edad, los ancianos, y ocupó un papel protagónico la lucha por la igualdad plena de la mujer y su protección en el hogar, y en el escenario laboral y social, de la mano de la Federación de Mujeres Cubanas.
De hecho, el 14 de febrero de 1975 fue aprobado el primer Código de Familia de Cuba. Con su entrada en vigor, el 8 de marzo de ese mismo año, el paÃs se convirtió en el tercero de América Latina y el Caribe en contar con un documento de este tipo
Concluyen las consultas especializadas del anteproyecto del Código de las Familias: 47 instituciones y organizaciones; jornadas académicas en universidades y encuentros en las provincias del paÃs. Participación efectiva en una ley con todos los derechos para todas las personas. pic.twitter.com/h65HvkumYk
— Oscar Silvera MartÃnez (@OscarCubaMinjus) October 16, 2021
Sin embargo, ese texto jurÃdico -de avanzada en su momento- hace tiempo quedó atrás, porque, entre otras causas, las familias se parecen a su tiempo y al contexto socio-económico en que se desarrollan.
“No hay dudas de que la familia cubana ha venido produciendo una serie de cambios: es diversa en sus estructuras, en su forma de organización, y lo más importante, ya no podemos hablar de un único modelo de familia”, expresó, en el espacio televisivo Mesa Redonda, la Doctora en Ciencias Patricia Arés Muzio, psicóloga y profesora titular y consultante de la Facultad de PsicologÃa de la Universidad de La Habana.
El nuevo Código ampara desde el escenario legal todas estas realidades; es, en definitiva, el código de la dignidad y la justicia. No se trata -sobra decirlo- de restar, sino de sumar afectos. No es el código de uno, de otros, o de otras; es una protección jurÃdica a lo que somos.
Detalles
sobre el Anteproyecto en el siguiente video: