Idalys Ortiz logró su cuarta medalla olÃmpica en Tokio 2020. |
Hay seres que nacen para encumbrarse, hay deportistas que nacen para hacer historia y queda claro que Idalys Ortiz es uno de esos pocos elegidos.
Con solo 17 años de edad, a fuerza de ippones y talento, en Beijing 2008, llevó a su cuello su primera medalla en citas olÃmpicas, un bronce que hacÃa vislumbrar en lo que posteriormente se convertirÃa esta cubana toda sencillez y valor, con solo una derrota en semifinales, frente a la local tricampeona mundial Weng Tong.
SeguirÃa en Londres 2012 el pináculo en lides estivales, venciendo primero a quien la habÃa sacado de la discusión de medalla en Beijing, la china Weng Tong, y luego a la japonesa Mika Sugimoto. Aún recordamos el cabello trenzado de la Ortiz con los colores vibrantes de la enseña patria, a quién no ha defraudado ni un minuto.
La tercera presea olÃmpica consecutiva serÃa de plata, una actuación a la que habÃan precedido sendas monarquÃas mundiales en Brasil, RÃo de Janeiro 2013, y Rusia, Chelyabinsk 2014, asà como el oro panamericano, en Guadalajara 2011.
La cita olÃmpica de Tokio, Japón, ha visto inscribirse a Idalys como una de las judocas más laureadas del mundo y la más condecorada de América Latina, logrando, sin pretenderlo, igualar la cantidad de preseas en Juegos OlÃmpicos obtenida por otra de las grandes, la estelar Driulis González, y de igual manera, sobrepasar el resultado de esta última, al haber logrado esta cuarta medalla de plata, frente a la cuarta bronceada de González.
TodavÃa falta sendero para esta campeona a sus 31 años; todo dependerá del camino que ella decida tomar. SerÃa hermoso y emocionante volverla a ver en los Juegos OlÃmpicos de ParÃs 2024, pero sólo en sus manos y la de su colectivo técnico queda esa decisión; nada le queda por demostrar.
Llegó sembrada y, desde la ronda de los 16, enfrentamiento a enfrentamiento, fue labrando el triunfo, primero frente a la portuguesa Rochele Nunes por waza- ari, luego ante la china Xu Shiyan por ippon y, más tarde, en semifinales, a la francesa de 21 años Romane Dicko, también por waza-ari, que la llevó a su tercera final, en la que no hablaré de decisiones arbitrales porque eso es parte del deporte y hay que convencer.
Más que evidentes están su solidez, su madurez competitiva, su garra. Se le vio tranquila y enfocada en cada uno de sus combates, en los que marcó proyecciones claras hasta la final y, a pesar de caer frente a la joven japonesa Akira Sone, una rival con menos experiencia y en una pugna en la que debió mostrarse más ofensiva, no cabe dudas de que Idalys Ortiz es toda grandeza y asà ha quedado para la historia.