Por: Neuris Orlando Blanco GómezCompetir en una cita olímpica es el principal sueño de la mayoría de los atletas. Foto: TokioTD.
Casi se respiran aires de Juegos Olímpicos, momento en que aumentan las emociones, pues constituye el mayor evento multideportivo mundial.
Así lo pueden atestiguar dos glorias del deporte en Cuba, quienes vivieron la experiencia de competir en citas bajo los cinco aros.
Erasmo Estrada Sánchez participó en la olimpiada de Montreal, Canadá, en 1976 y, junto Idalberto Galván y el ya fallecido Silvano Valdés, fue uno de los iniciadores del camino olímpico de la lucha grecorromana cubana.
“Participar en Juegos Olímpicos es el anhelo de todo atleta y cuando estás próximo a la competencia, las tensiones son muy fuertes”, dijo Estrada Sánchez a la COCO.
“El hecho de saberse representante del país, de tu bandera y querer lograr una digna actuación y el resultado esperado por el pueblo, genera muchas tensiones, por ello es vital el apoyo de entrenadores, psicólogos y la familia”, agregó.
Melania Tartabull Carrasco también estuvo en Montreal 1976, como integrante del equipo de voleibol femenino, que obtuvo el sexto lugar.
“Ese momento previo a la participación olímpica demanda mucha concentración, empeño, disciplina en el cumplimento de cada una de las indicaciones de los entrenadores y pensar con claridad cada una de las acciones que se vayan a realizar”, comentó.
“Y en el caso de los deportes de equipo, es el momento para lograr la sincronización y poner en evidencia todo lo que se ha trabajado en función del colectivo”, dijo.
“Se tiene mucha tensión en eventos olímpicos, pero saberse representante del pueblo cubano, compensa y obliga a sacar el extra en la competencia”, precisó Tartabull Carrasco.