Por: VÃctor JoaquÃn OrtegaConozca la trágica historia de Rhadi Boutayeb, un peso pluma de origen árabe, que murió en el ring, en Estados Unidos. Foto: BoxRec.
Cuando cobra los puñetazos, el rival del boxeador es la muerte y no el hombre de nariz aplastada que en la otra esquina ensaya pasillos y golpes.
En la ciudad estadounidense de Memphis, Rhadi Boutayeb, un peso pluma de origen árabe, presenta una impresionante cadena de contrarios noqueados en el ring amateur.
Los buitres lo rodearon. Uno de ellos voló más bajo y lo atrapó. Lo esculpe a la medida de los deseos del amo “don dinero”.
El muchacho es una promesa entre las cuerdas. En la mirilla de su guÃa, futuro mánager, solo está el premio monetario. Lo atlético ocupa un lugar secundario.
Buenas bolsas por encima de las medallas y otras glorias. Lo preparan: carreras, pesas, cuclillas y muchos golpes.
El entrenador interpreta su canción provocadora: dólares, mujeres, carros y mansiones son sus ofrecimientos.
¡Gong!
Usemos las palabras salvajes de los comentaristas deportivos. Rhadi es una máquina de tirar golpes, una bestia, un diablo azotando entre las cuerdas.
El contrincante se tambalea. La misma pelÃcula, en el primero y el segundo capÃtulos. El oponente del novato con las miradas suplica al reloj. En eso, ¡Boutayeb, sin ser tocado, se derrumba cual mantequilla sobre sartén ardiendo! Camilla, ambulancia y los doctores.
El Coliseo de Memphis es un silencio de locura y continúa siendo locura cuando termina el silencio.
Los dos dÃas sin comer para hacer el peso han quemado el corazón del vencido. La madre suelta lágrimas en el pequeño cuarto del hospital. El padre mueve la cabeza sin decir una letra: lo grita todo desde la mirada.
Y el instructor, que esperaba ser mánager también, está muy triste, pero de otra forma: “No hay quien me lo salve. Ahora, a buscar a otro púgil por esos barrios de mier…”.