Este 2 de Diciembre se conmemora un aniversario más de la llegada a Cuba en el yate Granma, de los revolucionarios que iniciaron la lucha en la Sierra Maestra. Foto: Ilustrativa. |
Me despertaron aquella mañana a las seis.
HabÃa ruido, gritos, fui cerrando de nuevo los ojos hasta quedarme
profundamente dormido.
Soñé que dios bajaba
caramelos hasta las hojas moradas de los árboles del parque,
que tenÃa un camioncito nuevo.
En el golfo, el Granma avanzaba
rajando la niebla.
Poema, de Luis Rogelio Nogueras
Por: Redacción Digital
Ni el mal tiempo, ni las turbulencias del mar, ni la sobrecarga de una embarcación que parecÃa no poder aguantar la travesÃa de México a Cuba con tanto coraje dentro, pudieron atenuar, la madrugada del 25 de noviembre de 1956, la decisión de los 82 expedicionarios del yate Granma de ser "libres o mártires".
Siete dÃas después, por un punto de la costa sur del oriente cubano, conocido como Los Cayuelos (en Niquero), desembarcaba aquel puñado de hombres que, bajo la guÃa de Fidel, comenzarÃan a honrar la sangre derramada en nombre de la independencia.
Tras un viaje convulso y aún con la fatiga a cuestas, aquellos valientes emprendieron un periplo azaroso en medio de un manglar movedizo y traicionero que, por tramos, amenazaba con taparlos; mientras en otras partes las plantas espinosas desgarraban los uniformes y la piel, al mismo tiempo que una nube de jejenes y mosquitos los hostigaba.
Casi cuatro horas demoraron los expedicionarios en atravesar los 1 500 metros que los separaban de tierra firme, en una marcha lenta y penosa, donde se perdió calzado, ropa y valioso material bélico, pero nunca la fe en el juramento hecho por Fidel a la salida de México: "Si salgo, llego; si llego, entro; si entro, triunfo".
Las jornadas que le siguieron fueron incluso peores. Tres dÃas después, sin apenas alimentarse ni descansar, llegarÃa el bautismo de fuego frente al enemigo, en AlegrÃa de PÃo, y la muerte de algunos combatientes, la captura de otros… la dispersión.
Pero se necesitaba mucho más que aquel revés para derrotar las ansias libertarias. Asà se demostrarÃa, apenas pasados unos dÃas, el 18 de diciembre, en Cinco Palmas, cuando, con ocho hombres y siete armas, el Comandante en Jefe profetizó: "¡Ahora sà ganamos la guerra!".
Con esa convicción habÃan anclado en suelo patrio; serÃa esa la guÃa para cada combate futuro en la Sierra Maestra, hasta el triunfo definitivo, y es hoy, 64 diciembres más tarde, la misma que yergue a Cuba frente a los burdos montajes que en vano intentan resquebrajarla.
Con el Granma desembarcaron no solo la utopÃa de lo posible y de la Patria que soñó MartÃ, sino también los ideales de soberanÃa de un pueblo, que no permite que ultrajen su historia, y mucho menos se deja confundir.