María Caridad Colón: ¡muchas gracias!

En 1980, Colón se convirtió en la primera campeona olímpica de Iberoamérica. Foto: Cubadebate.
Por Víctor Joaquín Ortega

Acompáñenme a 1980. Recuerden que José Martí nos enseñó que “...los pueblos que perduran en la historia son los pueblos imaginativos. La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca". Pero María Caridad Colón Ruenes, plena de sueños y esperanzas, no se queda en la ensoñación.

La guantanamera lucha por llevar sus anhelos a realidad. ¡Ay!, su pierna izquierda falla,  resbala, inclina el tronco, y  ¡el dolor...! No se amilana. Sigue entrenando con cuidado. 

Pero los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 están a menos de una semana, y se ha resentido de un padecimiento en la columna. En cuanto arribe a  la capital soviética se dejará atender por los médicos cubanos. Solo por ellos.

En suelo soviético la dolencia empeora. Avanza al sentarse, al acostarse. Hacia el Doctor Rodrigo Álvarez Cambras. “Hay que infiltrarte en esa zona”. No le miente: “Te va a doler muchísimo. Es sin anestesia.”. Ella: “No me importa, yo voy  a competir como sea...”.

22 de Julio de 1980. El día antes de la fase eliminatoria. Habitación en nuestra villa. Alberto Juantorena y el fisioterapeuta la aguantan con fuerza. La paciente muerde una almohada. El galeno cumple su quehacer..

Día 24: camina mejor. En el estadio. Tira con moderación, sin excederse, para clasificar. No falla. La larga espera de la etapa decisiva del 25. En el camerino. El profe le realiza un bloqueo y  la guía. “Ponle  todo al primer lanzamiento porque después te va a ser muy difícil seguir”. No puede siquiera calentar como debe. Trata de hacerlo tirando los zapatos contra la pared. Todo para ese disparo.

Sentada, tranquila, lee en las miradas de sus principales rivales lo siguiente: A esta muchacha le ha caído el mundo arriba. Son Ruth Fuchs, de la República Democrática Alemana, as de Múnich 1972 y Montreal 1976, dueña de la marca del clásico con  65.94 metros; y la soviética Tatiana  Biryulina, plusmarquista del orbe.  

La Colón será la décima en actuar. Le toca. Se siente bien en la carrera de impulso. El dardo está volando. ¡Jonronazo de 68.40, adiós al  récord olímpico! Ahora el mundo les cae encima a las citadas oponentes, tanto que se van sin preseas, mientras la victoriosa se convierte en la primera campeona olímpica iberoamericana.  

Con 68.40 metros, Colón conquistó la gloria olímpica y destrozó el  récord para citas bajo los cinco aros. Foto: COI.

Victoria nuestra y de la mestiza de Baracoa, de  Guantánamo, de Cuba, con sangre africana, aborigen e hispana en sus venas. Y la generosa de su bisabuelo, el comandante   mambí Félix Ruenes, participante de la Guerra de los Diez Años y la organizada por el Apóstol; también cuidó de  José Martí y de Máximo Gómez y los condujo, durante la Guerra Necesaria, a la reunión con Antonio Maceo. 

Como escribió Oscar Sánchez en magnífica crónica publicada en Granma: “Esa misión y su trascendencia pasaron de generación a generación en su familia: su nieta se hizo maestra; la biznieta, como él, cumplió y llenó de gloria a Cuba...”.

En la hoja de triunfos de María Caridad se agregan dos doradas y una de plata panamericanas, tres cetros y un subtítulo de los centrocaribes, con el lanzamiento superior con el modelo anterior al cambio: 67 metros en Santiago de los Caballeros 1986, bronce en una Copa Mundial y en una Universiada. 

Vale contar otros traumatismos sufridos, pese a estar por debajo del que por poco le roba el gran laurel: en el  tobillo, en la mano derecha, una jabalina clavada en el muslo izquierdo, bien atendidos en el Frank País.      

Recién  nos llena de dicha y sano orgullo con su merecida elección a la alta cima del Comité  Olímpico Internacional. En su pecho crece el de todos sus compatriotas. ¿Cómo no brindar este sencillo homenaje de sus compañeros historiadores, a una historiadora que hizo historia y en cada entrevista dada, cada relato, con cada anécdota que nos cuenta, nos hace vibrar de historia?

Era un "motorcito", como le decían, mas le hubiera sido difícil llegar a tanto sin este proceso que derrumbó el muro que separaba a las masas de la cultura física. Primero, desde la Dirección General de Deportes, con el capitán rebelde  Felipe Guerra Matos al frente, creadora de  las bases encontradas por el Instituto de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) y sus organismos anexos, entre ellos las escuelas y la medicina deportiva. 

María Caridad Colón es Cuba, país al que enaltece y con millones que la admiraron por sus jabalinazos y logros posteriores.

*Texto leído en el acto de homenaje que le realizó recientemente  la sección de deportes de la Unión de Historiadores de Cuba de la que forma parte la campeona olímpica.

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