Foto tomada del perfil en Facebook del Instituto Finlay de Vacunas. |
Alcanzar la soberanía en el desarrollo y producción de vacunas ha sido una estrategia de los centros científicos cubanos que producen ocho de las que se utilizan en el programa de inmunización, informó este viernes en su intervención en la Mesa Redonda Eduardo Martínez Díaz, presidente de BioCubaFarma.
Martínez Díaz refirió que este esfuerzo le ha permitido al país alcanzar un 100 por ciento de cobertura en el programa de vacunación, “de los niveles más altos en el mundo”, así como reducir un número de enfermedades en los últimos años y disminuir significativamente la incidencia de otras enfermedades.
Al referirse al combate contra la Covid-19, el presidente de BioCubaFarma dijo que “no es casual que Cuba haya sido el primer país de América Latina en tener una vacuna en fase de ensayos clínicos”.
Ilustró que la vacuna contra la meningitis fue la primera de su tipo a nivel mundial. Se empezó a usar desde los años 90 y logró reducir de forma significativa la incidencia de este padecimiento en la Isla.
De igual manera, argumentó que la vacuna contra la hepatitis B, un proyecto conducido por el doctor Luis Herrera y otros investigadores, fue la primera en obtener en América Latina la certificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Cuba, prosiguió, desde el 2000 no se infecta un niño menor de cinco años con la hepatitis B. Mientras, en el mundo cerca de 300 millones de personas tienen la dolencia y diariamente mueren más de dos mil individuos como consecuencia de esta enfermedad.
Martínez Díaz aseguró que la mayor de las Antillas puede ser, en un futuro no muy lejano, uno de los primeros países en erradicarla por completo, debido a que la incidencia está casi en cero.
En Cuba cuatro candidatos vacunales 100 por ciento cubanos
Desde que surgió la epidemia en China se comenzó a pensar en una vacuna. “En ese país, tenemos un centro de investigación y desarrollo y nuestros investigadores empezaron rápidamente a investigar. Hubo una convocatoria para presentar proyectos en menos de 72 horas y nuestros investigadores prepararon uno que finalmente fue aceptado por el Ministerio de Ciencia de China”.
Este proyecto, argumentó Martínez Díaz, es una vacuna un poco más universal, para la aparición de nuevas epidemias y virus de este tipo.
Una vez que fueron detectados en Cuba los primeros casos positivos de Covid-19, se crearon grupos de trabajo y se activaron los científicos en diversas instituciones. Diariamente se hacían análisis y se estudiaban todas las informaciones, abundó el directivo.
El presidente de BioCubaFarma afirmó que lo anterior propició a que en estos momentos la mayor de las Antillas cuente con cuatro candidatos vacunales.
“Desde un principio nunca limitamos ninguna idea a ningún investigador. Después la vida ha ido descartando otras variantes porque no han dado resultados en los estudios preclínicos y finalmente se ha ido avanzando en los que mejores resultados han tenido”, agregó.
Por otra parte, Vicente Vérez Bencomo, director general del Instituto Finlay de Vacunas, destacó en la Mesa Redonda que el equipo de Soberana ha ido creciendo y está integrado por decenas de investigadores de muchas instituciones, lo cual representa un gran compromiso.
En el transcurso de estos tres meses, dijo, han existido muchas dudas con respecto al candidato vacunal Soberana.
Actualmente existen en el mundo tres grandes grupos de vacunas: una primera generación que se basa en cultivar e inactivar al virus, quitarle su capacidad de infestar.
Son las primeras vacunas que surgieron y, por tanto, las más obvias y las que más rápido estuvieron para iniciar ensayos clínicos.
El científico expuso que hoy se diseñan las estrategias a seguir y puntualizó que una Fase II debe implicar alrededor de 100 personas y una Fase II b entre 300 y 600 personas (diseñada también con placebo), mientras la Fase III, más compleja por la baja incidencia de la enfermedad en el país, debe incluir alrededor de 150 mil personas.