El deporte es una expresión de la cultura . Foto: Internet. |
Por Victor Joaquín Ortega
El deporte forma parte de la cultura física, junto a su base, la educación física, y también la recreación. Pero… ¿Dónde situar la ciencia, la docencia, los estudios filosóficos y económicos y otros bastiones del saber?
Cuando Fidel Castro Ruz demuestra que una Revolución es hija de las ideas y nos llama a priorizar la defensa de la cultura porque es espada y escudo de la nación, no se refiere solo a la artística, sino a la plena y más real.Con un gol no se puede reflejar e interpretar la existencia y mucho menos moldearla, a pesar de la emoción. Con un poema o una novela no es posible vencer pandemias.
Una vacuna no salva las almas. Con la unión humanista y dialéctica de esas trincheras sí somos reamente poderosos.
El gran pedagogo Pierre de Coubertin luchó siempre por la alianza entre arte, ciencia y lides atléticas. Vio en el olimpismo «…una escuela de nobleza y pureza moral, a la vez que medio de fortalecimiento y energía física».
Como ha señalado el español Conrado Durántez, gran conocedor de las ideas del rescatador de los juegos olímpicos, en su libro “Pierre de Coubertin y la filosofía del olimpismo”, «la dimensión intelectual de los Juegos fue motivo de especial atención para Coubertin, expresándose de la siguiente manera en 1924: 'Después de los Juegos de la VII Olimpiada (Amberes 1920) recuerdo haber deseado todavía un universalismo más completo, más absoluto… Los últimos, a pesar del encomiable y meritorio esfuerzo realizado para revestirlos de arte y pensamiento, han permanecido como demasiados campeonatos del mundo'».
Se necesitaba «la presencia de los genios nacionales, la colaboración de las musas y el culto a la belleza… Los Juegos serán lo que deban ser y solamente eso: la fiesta cuatrienal de la primavera humana, ordenada y rítmica, y cuya savia ha de permanecer a los servicios del espíritu».
El destacado pedagogo francés, autor de una Historia Universal en cuatro volúmenes, entre sus muchísimos textos, sostenía que «la historia es la primera de todas las ciencias en importancia y eficacia educativa…», pues «…todo pasado influye sobre nuestro futuro y ningún futuro puede edificarse sin tener en cuenta el pasado».
Para él, los juegos olímpicos modernos «…no tienen como única misión la de exaltar la sola potencia muscular. Por el contrario, han de ser también intelectuales y artísticos…».
Y sigue narrando el fundador del Comité Olímpico Internacional: «el deporte debe concebirse como productor de arte, y como ocasión de arte. Produce belleza, pues genera al atleta, que es una escultura viva. Pero además es ocasión de belleza por las edificaciones que por él se inauguran y los espectáculos y las fiestas que genera».
El béisbol es parte importante de la cultura del país. Foto: Internet. |
Al calor de la reunión se crearon cinco concursos: literatura, pintura, arquitectura, escultura y música, paralelos a las “batallas” de las magnas citas.
En Estocolmo 1912 debutaron dichos certámenes. En literatura obtuvo el primer premio la Oda al deporte, de Georges Hohrod y M. Eschbach, en realidad un seudónimo usado por Coubertin. Entre los galardonados posteriores estuvo el húngaro Alfred Hajos, el mejor nadador de Atenas 1896 con oro en 100 y mil 200 metros estilo libre. Graduado de arquitecto en la Universidad de Budapest, consiguió el segundo puesto en su especialidad en París 1924, junto a su coterráneo Deszo. Lauber, con Planos para un estadio, descolló en su profesión y como periodista. La última convocatoria de aquellos torneos complementarios ocurrió en Londres 1948, desgraciadamente.
Vuelvo a Durántez, uno de mis maestros en el olimpismo: «la sicología y la pedagogía en su relación con el deporte fueron otros de los temas a los que Coubertin prestó especial atención. Los congresos olímpicos de Havre en 1897 y especialmente el de Lausana en 1913, versaron fundamentalmente sobre la temática sicología y deporte, y a nivel pedagógico fue Coubertin el mentor creativo de la Unión Pedagógica Universal, organizada en noviembre de 1925».
Pierre también impulsó otras ramas científicas beneficiadoras de lo agonal. En la actualidad, sin el gran avance alcanzado, serían imposibles logros tan altos en el deporte.
Las más importantes lides atléticas del planeta han sufrido excesos de comercialismo y espectacularidad que las desgarran tanto como a la cultura física en general. El deporte moderno dio sus grandes saltos en la etapa imperialista, y no sería “perdonado” por los monopolios aun estando en “pañales”.
Lo advirtió Julio Antonio Mella en el periódico mexicano El Machete el 29 de octubre de 1927, utilizando el seudónimo de Cuauhtémoc Zapata: «…las grandes peleas de boxeo y los encuentros de fútbol o base-ball pueden competir, en cuanto a potencia mercantil, con cualquier negocio en una hacienda bananera o hasta en un campo de petróleo».
Este atleta de la libertad ratificaba con hondura mayor aquella crítica temprana de Coubertin al «…espíritu mercantilista que amenaza con invadir los círculos deportivos por haberse desarrollado los deportes en el seno de una sociedad que amenaza con pudrirse hasta la médula a causa de la pasión por el dinero». El mal se ha agigantado y ningún ámbito queda fuera de esa ofensiva.
Queda clara entonces la urgencia de la contraofensiva, con el uso inteligente y decidido de la espada y el escudo de la nación: la cultura. Sobre los enemigos del Norte y sus mercenarios, ahora más brutales y tácticos y ladinos, debemos caer. Se presentan o “esconden” en las redes sociales de internet —a veces antisociales— en audiovisuales, filmes, seriales, escritos, lizas, cantos, propuestas. Algunos pasan por inocentes, pacifistas o neutrales, pero recordemos que nadie debe dormir al lado de un tigre.
La cultura física, los ideales del olimpismo y del modelo deportivo cubano, tienen que desempeñar un papel de primera línea en ese batallar ideológico. Cuenta con profesores, entrenadores, discípulos, atletas, árbitros, médicos, periodistas, científicos, historiadores…
Toca no aferrarse solo al desarrollo de los músculos, sino a la formación en cada ser humano de una rica cultura física. Adicionalmente, pensemos en Fidel, en su arquitectura del deporte revolucionario. Esa nos convirtió en una potencia mundial. Tampoco olvidemos, de su parte, que lo primero que hay que salvar es la cultura, y que ahí deberá incluirse siempre la experiencia atlética de nuestra patria.
(Texto publicado originalmente en el sitio Jit)