La Habana: un primero de septiembre diferente

Un primero de septiembre diferente en La Habana. Foto: ACN. 
Por: Elena Iglesias Cuesta
Con solo pensar en el primero de septiembre en La Habana y en toda Cuba, se supone jornada de inicio, reencuentros, abrazos y saludos, luego del periodo vacacional.

Sin embargo, en la Isla y en especial en la capital cubana se vive un primero de septiembre diferente.
No en todos los sitios del país se puede vivir la fiesta del inicio del curso como cada año, con el desfile de pañoletas y risas juveniles por nuestras calles y parques, muchos no podrán regresar a sus centros y las aulas permanecerán vacías, aún después de seis meses de espera.
Este 2020 la Covid-19 llegó a nuestras vidas para imponernos un reto bien difícil de desafío y lucha por la vida, lo cual implicó silencio total en las escuelas, universidades, centros de superación y de los sitios que significaran un acercamiento social y humano.
Y la batalla aún no termina.
La situación más complicada la vive la capital de todos los cubanos, donde precisamente hoy, lejos de iniciar el curso escolar, de vivir un día de felicidad y muy especial junto a nuestros niños y jóvenes, comienza una etapa más rigurosa de combate contra la Covid-19.
No se trata de incomodar a las personas, de no permitirle hacer lo que desean o de limitar sus vidas, es simplemente una contienda de cada unos por preservar nuestras vidas.
Se trata de contener la transmisión de la enfermedad y alcanzar la estabilidad epidemiológica en nuestra bella y querida ciudad.
Reducir la movilidad, con especial énfasis en el transporte, el comercio y cualquier sitio público, cuentan entre esas acciones, que desde este primero de septiembre y hasta el próximo día 15 se deben cumplir en el territorio.
Como dijo nuestro presidente, Miguel Díaz-Canel: “(…) Necesitamos que, a nivel de cuadra, de circunscripción, de consejo popular (…) haya un acompañamiento a las medidas, que por haberlas declarado por sí solas no se cumplen”. 
Se requiere que, desde esta jornada, el escenario familiar sea un espacio educativo, para trasmitir a los hijos, hermanos, parientes y en general a los miembros de ese núcleo, valores que indiquen la necesidad de proteger la salud propia y la colectiva.
Solo así, con el trabajo y apoyo colectivo, lograremos alcanzar esa “nueva normalidad” tan ansiada por todos, solo así viviremos el reinicio del curso escolar en La Habana, donde, aunque no sea primero de septiembre, sentiremos la alegría y la satisfacción de ver a nuestros niños y jóvenes regresar a sus aulas.

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