Uno de los carteles que sirvió para anunciar la vi-sita del conjunto merengue a La Habana en 1952. Foto: Tribuna de La Habana. |
Por estos días, específicamente el pasado 31 de julio, se cumplieron 68 años de que el entonces Gran Stadium de La Habana –actual Latinoamericano– fuera sede de un partido amistoso de fútbol entre el Real Madrid y el Marianao FC.
El solo hecho de que Cuba estuviera entre los países de América Latina que los directivos del conjunto blanco eligieron para probar su plantilla, a pocos meses del inicio del campeonato profesional de España, llenaba de orgullo a aficionados y jugadores de la Mayor de las Antillas, principalmente a los seguidores del Marianao FC y de la representación de la Juventud Asturiana, elencos que aceptaron el reto en el ya lejano 1952.
La formación madridista venía de jugar con equipos de primer nivel en Bogotá y Caracas. Incluso, en la capital venezolana ganaron el título, el 29 de julio, en la que se conoció como Pequeña Copa del Mundo de Clubes. Dos días después, ya estaban en Cuba, listos para enfrentar a los marianenses.
Los del Marianao cayeron dos goles por tres, pero hicieron sudar la camiseta a sus célebres rivales.
En dos ocasiones estuvieron arriba en el marcador los visitantes, pero la garra y el talento de los locales propiciaron las anotaciones del empate en ambas oportunidades.
Solo cuando faltaban menos de 10 minutos para el silbatazo final, el Real Madrid consiguió el tanto que le adjudicó la victoria, no sin antes sufrir con disparos que se estrellaron en el poste o en el travesaño y algún gol anulado razonablemente, en decisiones arbitrales ante jugadas milimétricas.
Esta fue la segunda visita a la capital cubana del que muchos consideran el mejor equipo de balompié del siglo XX, pues anteriormente –el 28 de agosto de 1927– ya había estado aquí el club merengue para chocar contra la escuadra de la Juventud Asturiana, a la que derrotaron dos goles por uno.
Precisamente, ante el 11 de la Juventud Asturiana volvería a jugar la selección blanca en 1952, algunos días después del desafío contra el Marianao FC.
Para entonces habían descansado y conocían mejor el terreno de juego, lo cual les permitió conseguir un triunfo más holgado (8-2) ante unos anfitriones que protagonizaron uno de sus peores desempeños históricos.
Con derrotas o éxitos, lo cierto es que el fútbol cubano –y habanero– contaba con un nivel a tener en cuenta por contrincantes de la élite mundial.
No por casualidad, menos de dos meses antes –desde el 12 de junio– el afamado Atlético de Madrid también estuvo en la mayor urbe de Cuba para topar con escuadras habaneras: vencieron 1-0 al Marianao FC con récord de 15 mil espectadores en las gradas, perdieron 1-2 ante la Juventud Asturiana, triunfaron 5-1 frente al equipo del Centro Gallego y 4-1 contra el Iberia, para cerrar la gira con abrazo a uno en un segundo duelo versus la Juventud Asturiana.
Por si fuera poco, luego de partir el Real Madrid hacia Europa, el conjunto del Celta de Vigo también vino a La Habana.
El 19 de agosto igualó con el Marianao y cinco días más tarde –el 24– sucumbió 1-5 al enfrentar al seleccionado de la Juventud Asturiana.
Nada, que el recuento de lo acontecido durante muchas décadas en el fútbol nacional bastaría para ofrecer argumentos irrebatibles a quienes arropados por el desconocimiento o con cuestionables intenciones se atreven a afirmar que “los cubanos no nacimos para patear balones”.
Los primeros deberían documentarse, leer, investigar… y, en cuanto a los segundos, sería recomendable que se rindan ante la evidencia y, al menos, se echen a un lado y dejen espacio para los que sí creemos que es posible retomar aquel camino y extenderlo más allá de cualquier límite mental.
Tomado de Tribuna de La Habana