Enrique Pacheco, cargabates Azul. Foto: Boris Luis Cabrera. |
Mientras el equipo Industriales consume la primera de las seis semanas de entrenamientos previos al comienzo de la Serie Nacional número 60, un hombre que se ha convertido en icono de este conjunto celebró sus 65 años vida el domingo 9 de agosto: Enrique Pacheco, el eterno cargabates Azul.
Nacido muy cerca del Combinado Deportivo Cerro, “Pachequito” fue un niño como tantos otros de su tiempo que jugaba descalzo a la pelota en las esquinas y placeres y soñaba con vestirse un día con el uniforme de esos Industriales invencibles de las primeras Series Nacionales.
Un día quedó fuera del equipo de Luyanó para la Serie Provincial y era tanta su pasión que se inscribió como cargabates para seguir dentro de los terrenos aspirando ese aire que tanto necesitan los verdaderos aficionados a este deporte.
Nadie podía imaginar entonces que algún día estaría cumpliendo 47 años en esas funciones con los azules de la capital.
Desde su debut con el equipo Habana de Jorge Trigoura en 1973, no ha descansado jamás y varias generaciones lo han podido ver recogiendo bates y pelotas, ocupándose de todo en el terreno, garantizando que no falte nada antes de los entrenamientos, “robando señas” al contrario o dándole indicaciones a los bateadores capitalinos con esa picardía natural que lo caracteriza; e incluso en sus años mozos, haciendo funciones de receptor en las prácticas para proteger a otros jugadores.
Muchos son los directores a lo largo de estos años que han tenido a Pacheco en sus equipos y no solo de la capital.
Haber estado 12 años con el equipo Cuba le permitió trabajar con varios de los más célebres que han pasado por nuestros campeonatos, entre ellos Pedro Chávez, Roberto Ledo, Jorge Fuentes, José Miguel Pineda y Víctor Mesa.
"Nunca he tenido problemas con ninguno. Cuando tú cumples tu trabajo y lo haces bien, los managers te piden y te respetan", me dijo en una ocasión.
Muchas experiencias acumuladas y anécdotas increíbles atesora este hombre dentro de su bitácora, pero confiesa que el momento más feliz de su vida fue cuando Agustín Marquetti disparó aquel cuadrangular memorable contra el estelar Rogelio Garcia para darles el campeonato a los Industriales en el año 1986.
Enrique Pacheco es un héroe anónimo, un ente muchas veces invisible que no conecta cuadrangulares ni hace engarces espectaculares pero que forma parte inviolable de este gran deporte, que se hace grande gracias a los pequeños detalles.
Tomado de Tribuna de la Habana
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