Lázaro Betancourt, atleta y entrenador cubano, miembro del Salón de la Fama del Atletismo de Centroamérica y el Caribe. Foto: Internet. |
El corredor tiene un sentimiento extra para competir más fuerte. Observa las vallas frente a él y se estremece. Coloca su bloque de arrancada. Está en Sao Paulo y transcurre el año 1963. Su nombre es Lázaro Betancourt Mella.
Según algunos, no debería estar aquí para representar a Cuba en los IV Juegos Panamericanos. Varios en la prensa salieron al paso de los descreídos. El entrenador también estuvo de su parte. Conoce muy de cerca de lo que es capaz su discípulo.
¡El disparo! A correr hacia la meta. ¿Quién dice correr...? Vuelan. Y tanto como la ciencia y los músculos, los sueños aprietan el acelerador. El estadounidense Blaine Lindgreen es el primero en llegar. ¿Tiempo? 13.8 segundos. Dos décimas después entra su coterráneo Willie May, a pesar de su galardón plateado en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 (13.8).
Y el ganador de la medalla de bronce es el antillano Betancourt, nacido en Matanzas el 30 de julio de 1936.
En la cita bajo los cinco aros de Tokio 1964 llegó a semifinales. Medallista dorado, con 14.2 segundos en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Kingston 1962.
Del béisbol en su provincia natal había pasado para la pista. Cambio victorioso. Colgó los pinchos después de su batallar olímpico en Japón. Ya tenía heredero en su prueba: Juan Morales.
Betancourt apoyó a su sucesor porque, aunque quería dedicar más tiempo a la familia, jamás le dio la espalda al deporte y a los nuevos valores. Y Juan Morales en San Juan 1966 no le hace quedar mal en el debut: bronce con 14.5 a pesar de las vicisitudes sufridas por culpa de los yanquis que usaron su poder sobre el estado asociado en sociedad explotadora, para evitar la presencia de la delegación cubana en la lid boricua.
Ese vaivén del mar molestando los estómagos, tener que entrenar en la cubierta del barco Cerro Pelado, tantas inquietudes..., pero sobre lanchitas después de saltar a ellas desde la motonave, sobre aguas encrespadas, arribaron Juan, como contendiente, Lázaro como entrenador. Ambos tienen el honor de pertenecer a la Delegación de la Dignidad.
Los dos fueron exaltados, el 5 de noviembre de 2005, al Salón de la Fama del Atletismo de Centroamérica y del Caribe. Betancourt en su papel de instructor y directivo del atletismo, y Morales en virtud de sus logros en las lides del músculo, con el subtítulo del relevo 4x100 en la justa olímpica de Ciudad de México 1968.
Lázaro es en la actualidad uno de los vicepresidentes de la rama deportiva de la Unión de Historiadores de Cuba, y desde muchos antes, incluso de su jubilación, ha mantenido potentes vínculos con la prensa relacionados con el tratamiento a lo histórico, a la ciencia y la técnica aplicadas al campo y pista.
¡Lázaro qué fecunda labor has realizado y todavía realizas! Es amor del bueno conducido a la práctica, surgido desde tu alma joven. ¡Felicidades por los 84 años!
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