Foto: Cubadebate |
La
atención primaria de salud en Cuba se consolida como una fortaleza del sistema
social que defiende la gratuidad de servicios asegurados mediante una estrategia
de proyección comunitaria.
Por
ejemplo, durante el pasado año se ofrecieron más de 70 millones de consultas
médicas, con lo cual fue superado en ocho millones el número de pacientes
atendidos por medicina general integral, a través de visitas en los territorios
(llamadas de terreno) y más de 85 mil ingresos en el hogar, de acuerdo a un
informe de la cartera sanitaria en la mayor isla del Caribe.
Es
así que continúa el esfuerzo gubernamental por incrementar la medicina
preventiva y el control higiénico y epidemiológico, así como de las
enfermedades infecto-contagiosas y de aquellas clasificadas por diferentes
causas y fisiopatología, a fin de disminuir en casi un millón 600 mil las consultas
médicas en hospitales.
Precisamente
el logro de la medicina cubana en las últimas décadas consiste en hacer más
efectiva la proyección comunitaria de las 20 especialidades fundamentales, para
lo cual se prioriza a las embarazadas, niños y ancianos, sin descuidar la
atención hospitalaria, optimizada profesionalmente en cirugías de alto rigor
como el trasplante de órganos vitales y el uso de moderna tecnología.
Las
cifras hablan por sí solas de lo logrado desde el triunfo revolucionario de
enero de 1959 hasta la fecha, pero también los comentarios añaden más sobre lo
que todavía es imprescindible hacer respecto a la educación de valores en las
actuales generaciones de acción médica y paramédica de la nación antillana.
No
basta con una sonrisa o una excusa balbuceada para callar la inconformidad ante
un servicio negligente y de efecto desconcertante en las personas que a menudo
acuden a las instituciones asistenciales.
En
reiteradas ocasiones el poco esfuerzo aleja de la percepción real que vincula
al personal médico con el paciente en la valoración de cada problema, sin calcular
las consecuencias provocadas por posponer la atención que no llega y muchas
veces causa lamentables resultados.
Según
los lineamientos del Partido y la Revolución, aprobados en abril de 2011, la
salud debe elevar la calidad del servicio que brinda, lograr la satisfacción de
la población, así como el mejoramiento de las condiciones de trabajo y la
atención a ese personal que, por cierto, en los últimos tiempos es estimulado moral
y salarialmente.
Poner
empeño en optimizar los recursos, el ahorro y eliminación de gastos
innecesarios, a partir de una mayor conciencia profesional, forma parte también
de la gran batalla que se libra hoy en Cuba, donde el propio titular del Ministerio
de Salud Pública (Minsap), doctor Roberto Morales Ojeda, ponderó recientemente el
proceso inversionista dirigido a mejorar el estado constructivo y de
equipamiento en centros y áreas de asistencia, investigación y docencia en La
Habana.
El
también miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba informó que en
un año se han beneficiado con reparación y mantenimiento tres mil 514 instituciones,
incluidos 143 hospitales, 296 policlínicos, mil 983 consultorios del médico de
la familia, 191 casas de abuelos, 128 hogares de ancianos y otros 773 centros.
Al
cierre de 2015 se incrementó el coeficiente de disponibilidad técnica del equipamiento
médico instalado en el país al 98,28 por ciento, disminuyendo las afectaciones
de los servicios acorde con la política de regionalización y compactación
establecida por el Minsap.
Cifras,
recursos y aplicación de mejores políticas públicas que requieren además el
entusiasmo ciudadano, satisfacción de la población, agradecimiento por lo
logrado y la perseverancia humana para salvaguardar las conquistas de un sector
clave en la economía de Cuba, donde la salud pública y la comunidad pueden
darse la mano solidariamente.
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