Foto: Jorge Rodríguez |
Autor: Jorge Rodríguez Hernández
Si me preguntaran que temas suscitaron más mi interés como periodista en el Comité Nacional de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores (Anec), efectuado los días 26 y 27 de febrero último, en el Hotel Palco del municipio Playa, en el oeste de La Habana, fueron los relacionados con el liderazgo y el empoderamiento de la organización profesional.
Si me preguntaran que temas suscitaron más mi interés como periodista en el Comité Nacional de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores (Anec), efectuado los días 26 y 27 de febrero último, en el Hotel Palco del municipio Playa, en el oeste de La Habana, fueron los relacionados con el liderazgo y el empoderamiento de la organización profesional.
Cuando la doctora en ciencias Oneida Álvarez Figueroa, presidenta del Consejo Científico de la Anec nacional, esbozó los objetivos estratégicos de la organización, me detuve, ineludiblemente, en los dos citados, pues como expresó esta profesional, es imprescindible “no conformarnos con la popularidad, sino perseguir resultados”.
El complejo y cambiante escenario socioeconómico cubano actual plantea retos muy fuertes hacia el interior de la Anec en todas sus instancias, pues se está produciendo una pérdida de profesionalidad en los economistas, contadores y auditores en diferentes áreas de la economía, como son las Direcciones Municipales y Provinciales de Finanzas y Precios, asunto que volvió a ser planteado nuevamente por el habanero Eduardo Seuret.
Tal panorama requiere de una Anec, que alerte y presione, en el mejor sentido de esta última palabra, a las autoridades acerca de lo que está pasando en la esfera empresarial y el sistema presupuestado, donde se advierte una emigración de profesionales hacia los sectores privados y cooperativo, en busca de una mayor remuneración salarial y de mejores condiciones de trabajo.
Sin un trabajo de equipo, cualidad validada por todas aquellas organizaciones exitosas, la Asociación Nacional deEconomistas y Contadores no puede aspirar a hacer un ente eficiente y competitivo en su gestión, capaz de movilizar a los cerca de 80 mil miembros, cuyos intereses requieren ser conectados con los de la organización profesional que los agrupa, ya que, incluso, se advierte un ligero decrecimiento en sus filas.
Esta visión dada acerca del liderazgo y el empoderamiento, no debe quedarse en la superestructura de esta Organización No Gubernamental (ONG), la cual también está urgida de cultivar alianzas con otras ONGs afines, para ponerse en sintonía con problemáticas globales comunes, relacionadas con la participación activa y consciente de las masas en los procesos.