Foto: Gilberto González García |
Autora: Caridad Labrada Curbelo
Si usted desea visitar La Habana no menosprecie el consejo de arribar por vía marítima, a través de la línea de cruceros que hacen su entrada por la rada capitalina, donde comienza la aventura de acceder a sitios memorables.
La bienvenida dada por la Terminal de Cruceros es solo el preámbulo de una ruta turística que reserva en tierra el asombroso devenir de una ciudad llena de contrastes, entre el pasado y el presente, la memoria ecléctica de su arquitectura y el interactuar humano de gran riqueza espiritual, por demás atractivo a cualquier foráneo.
El Castillo delos Tres Reyes del Morro es el símbolo, junto al Capitolio y la Giraldilla de La Habana, trazado por el ingeniero Juan Bautista Antonelli en 1585, por lo que su posición estratégica es reconocida desde tiempo de la colonia española como fortaleza militar hasta hoy admirada por la conservación de su estructura que mira al mar.
Inmediatamente después del desembarco, los viajeros comienzan a descubrir el encanto patrimonial reservado en la ciudad intramuros que en primera instancia muestra la Plaza de San Francisco de Asís, antiguo centro comercial muy próximo al sitio fundacional de la villa de San Cristóbal de La Habana.
La historia entretejida en las callejuelas adoquinadas es la vía expedita para adentrarse a los misterios de una urbe reflejo de diferentes épocas, con testimonio físico de culturas tan diversas como la británica, francesa y estadounidense, preservadas para valorar la impronta cultural de los pueblos.
Oportunidad nada despreciable para quienes desean llevarse el recuerdo atrapado en el lente fotográfico de las cuatro principales plazas de la parte más antigua: San Francisco, Plaza Vieja, Plaza de Armas, la Catedral, además de los palacios de los Capitanes Generales y del Segundo Cabo, fortalezas de la Punta, la Fuerza, el Morro y La Cabaña.
Al avanzar hacia el centro, el Paseo del Prado es custodiado en sus extremos por la imponente presencia de leones de bronce, mientras el asomo de una cúpula gigante que alcanza los 91,73 metros de altura anuncia la llegada al Capitolio Nacional de La Habana, relevante edificio construido en 1929, inspirado en el clásico parlamento romano de fachada neoclásica.
Luego de recorrer el Centro Histórico, La Habana emerge como un destino de inagotables muestras de fraternal acogida, donde el viajero más exigente podrá encontrar el calor humano de un pueblo laborioso y optimista que siempre aposta por un futuro próspero y sustentable.