Gaspar “Curro” Pérez, héroe del box y combatiente internacionalista en Angola. Foto: diariolibre.com |
Amén de las laceraciones obsequiadas por el imperio del Norte, el más venerado deporte del cubano presenta lesiones propias debidas a diversos errores en su dirección, semejantes a muchas de las que obstaculizan nuestro movimiento deportivo, el más puro del mundo aunque necesitado de una labor de perfeccionamiento esmerada igual que nuestra sociedad en pleno.
“Nosotros no somos burgueses hipócritas para ocultar nuestros fracasos e ineptitudes” expresa Julio Antonio Mella en sus clases de periodismo publicadas en El Machete para los corresponsales de esta publicación revolucionaria mexicana. El fundador del primer Partido Comunista de Cuba y de la Federación Estudiantil Universitaria escribe también para la edición 86 del citado rotativo (29-10-1927) : “…las grandes peleas de boxeo y los encuentros de fútbol o baseball pueden competir, en cuanto a potencia mercantil, con cualquier negocio en una hacienda bananera o hasta en un campo de petróleo”. Y los monopolios todavía no se habían puesto los pantalones largos…
En este y en el capítulo final de mi comentario, utilizaré mis ponencias Tenemos que dar el escón, presentada en el seminario El inning se complica (2013) y publicada en la página web Calibán posteriormente; y El gran salto de las lides del músculo (Simposio Internacional La Revolución Cubana, Génesis y Desarrollo Histórico, 2015), confeccionada a partir del artículo del mismo nombre que integra la Enciclopedia Cuba, cultura, historia y sociedad de la Editorial Gala (2012).
El dogmatismo, el mandonismo, una política de cuadros deficiente, la persecución, condenas injustas y otros errores, dañaron al deporte más querido por los cubanos, sin que signifique que los demás quedaran incólumes: cierto menosprecio a los peloteros profesionales de lo que no se salvó ni Martín Dihigo; el Salón de la Fama clausurado desde 1961 hasta 2014; el retiro masivo de peloteros “…para dar paso a la juventud”, según expresan algunos de los causantes del absurdo: 1991-92.
Otros males han sido la autosuficiencia insuficiente: elevación de los triunfos por encima de la verdad; debilidad ante hechos antihumanos y violentos; confundir profesionalismo con profesionalidad, lentitud para adaptarse al mundo actual y adaptarlo a nuestras realidades. Mucho lesionó el invento de los Niños Genios, con la consiguiente alharaca en los medios: muchos de ellos finalizaron bien lejos de la moral. No todos aquellos jóvenes terminaron su labor así y estas opiniones van en lo fundamental contra una política equivocada y corruptora. Sea especie de autocrítica el reconocimiento a hombres como Jorge Fuentes, a quien en una ocasión situé en la misma categoría cuando su actuar, su rigor y su saber son bien distintos.
Es imprescindible tener sentido del momento histórico y cambiar lo que deba ser cambiado en todas las trincheras del vivir, como orienta Fidel; los pies en el piso y las alas preparadas para cuando se puedan usar, como enseña Martí. Pasos dialécticos, en batalla contra blandengues y dogmáticos, ignorantes y oportunistas -las fuerzas reaccionarias- para salvarnos y ayudar a salvar la Tierra, lo indica el Apóstol: a veces es necesario hacer como el saltador largo, ir hacia atrás para adquirir mayor impulso y llegar más lejos. Pero cuidémonos de los que desean quedarse allá.
“De amar las glorias pasadas se hacen fuerzas para adquirir las glorias nuevas”, dice el Héroe Nacional. Esas glorias, las nuevas y las anteriores, son indispensables para dar el escón en este inning tan complicado de la pelota nuestra, reflejo del estado del deporte nuestro que, a su vez, es reflejo de los momentos que vivimos. Y tenemos en el pasado beisbolero un magnífico bloque de arrancada. La contienda de los cuadrangulares y toques de bola no resultó indiferente a las luchas por la independencia, sin negar su bregar atlético, válido también para fortalecer a la patria y la humanidad.
Orgullosos, ¡sí!, de que el primer lanzador de un cero hit cero carreras y el inicial bateador de tres jonrones en un encuentro en Cuba: Carlos Maciá y Ricardo Cabaleiro integraran el Ejército Libertador en la Guerra Necesaria. De que el Directorio Estudiantil del Instituto de La Habana se constituyera aprovechando un encuentro beisbolero en una instalación del Cotorro a fines de 1930. Uso heredado de quienes se rebelaron contra el colonialismo hispano: el mambí, pelotero y manager Agustín “Tinti” Molina (1873-1961) reveló varias relaciones pelota-lucha por la libertad, entre ellas, los encuentros de su equipo Cuba con el objetivo de recaudar fondos para la revolución.
¿Cómo orillar el torneo de los presos políticos en el mal llamado Presidio Modelo, relatada la lidia por el puertorriqueño y cubano Pablo de la Torriente Brau a Federico Morales Valcárcel en una carta? “Imagíname vestido de pelotero, con una melena que no cabe dentro de ninguna gorra, y una barba de casi veinte meses, que cuando corro ondea al viento como el gallardete negro de un buque pirata. Es monstruoso el espectáculo. Eso sin contar con la calidad del baseball que jugamos, solamente comparable al de las grandes ligas. El otro día dimos un reñido desafío de cinco innings con el apretado score de 15 por 8… la cosa es como para embullarse y dejarse prender”.
Adiciono los actos de rebeldía en el Estadio del Cerro por parte del estudiantado en la etapa batistiana y la actitud asumida por Amado Maestri frente a los esbirros, ejemplo de árbitro y un revolucionario verdadero.
Como Pablo, integraron las filas internacionalistas que apoyaron al pueblo hispano en su enfrentamiento al fascismo (1936-1939), el lanzador Basilio Cueria que de cátcher del Marianao y de las Ligar Negras estadounidenses pasó a capitán de ametralladoras y granadero; el esgrimista y tirador Jorge Agostini, as centroamericano y medallista panamericano de espada y florete; y los púgiles Rodolfo de Armas “Trompá” e Isidro Díaz Gener “Fandanguillo”. Todo eso nos marca: intentar ser primero solidarios, seres preocupados y hacedores por sus semejantes que deportistas, sin abandonar la querencia por el certamen muscular. Mencionemos, pues, a Gaspar “Curro” Pérez, héroe del box y combatiente internacionalista en Angola. No es el único caso.
En cuanto a lo atlético, afirmo que la mayor conquista del béisbol revolucionario es el segundo lugar en el Primer Clásico frente a contrincantes de valía gigantesca. Imposible excluir a rivales de los seleccionados estadounidenses y de Japón sobre todo, que llegaron bien arriba después, en diversas competiciones donde la Mayor de las Antillas ocupó el puesto más anhelado. No obstante, les faltaba madurez.
También se mostró altura frente a los Orioles. Mas recordemos cómo el Diamante Negro doblegó en dos ocasiones al Cincinatti, acabado de imponerse en la gran carpa (1908), y que Juanito de Cal, en 1941, desde el box de un combinado amateur superó al Boston Red Sox 2 x 1, y Quilla Valdés con sus fildeos provocó la admiración del propio manager de los visitantes. En esos manantiales ha bebido nuestra pelota al continuar su marcha, y debe beber más en ellos y en las nuevas aguas límpidas.
Estuve entre los periodistas que lucharon por fijar en el corazón de los aficionados, los campeonatos sustitutos de las contiendas profesionales que llenaban de altísima calidad y apasionamiento tremendo el parque del Cerro en el invierno. Fustigo un olvido: ubicar la pelota después del triunfo de la insurrección a partir de la Primera Serie Nacional, previo al arribo del INDER, con el pueblo en el poder, el lugar lo ocupó la Dirección General de Deportes, con el capitán rebelde Felipe Guerra Matos al frente. Entre los pasos positivos, un torneo de béisbol realmente nacional: 240 equipos y 5 080 atletas con final de dicha obrera al vencer los Mulos de Nicaro (Oriente) a la Universidad de La Habana. Previo a este paso negros y mulatos no podían jugar en la Liga Nacional Amateur varios años después de su entrada en las Mayores del brazo del negocio; ni hablar de justicia.
Continuará…
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