Foto: Starmedia |
El
anuncio de: “Nos vemos en La Habana”, del presidente de Estados Unidos, Barack
Obama, aún genera opiniones en el pueblo de Cuba, cuando los días se apresuran
para acercar el 21 y 22 de marzo venideros, como tiempo oportuno de la visita
prevista.
Numerosos
medios de información de la isla y foráneos se complacen en propagar la noticia
como un acontecimiento único, aún en medio del férreo bloqueo económico,
comercial y financiero de diferentes administraciones de la Casa Blanca, impuesto
a Cuba por más medio siglo, y el esperanzador acercamiento actual en actitud de
diálogo político que pudiera mejorar las relaciones entre ambas naciones.
Por
eso el mensaje del sábado último, desde Washington, del gobernante
estadounidense fue recibido en la mayoría de la población cubana como una
respuesta adecuada a la invitación del general de ejército Raúl Castro Ruz, presidente
de los consejos de Estado y de Ministros de Cuba, y se espera que durante dos
días esta visita contribuya a seguir adelante en el propósito común de aproximación.
¡Qué
decir entonces del adelanto de la agenda de conversaciones! que augura un
entendimiento en aspectos de amplio apoyo popular entre los cubanos como lo son:
“[…] facilitar el comercio, el acceso a Internet y la creación de sus propios
negocios”, aunque Obama soslayó hablar sobre el tema recurrente del bloqueo que
tanto impide hasta hoy el progreso de otras negociaciones de alcance mundial.
Sin
embargo, la visita del mandatario estadounidense y su esposa Michelle a la
mayor Antilla continúa siendo algo sorpresivo para los cubanos, conocidos en el
mundo por su hospitalidad y generosidad, y que ahora opinan sobre el hecho
inusual que por primera vez en La Habana ofrece la posibilidad de recibir a un
presidente del país norteño, en funciones y luego de ¡casi 90 años!
Jóvenes
y adultos, hasta quienes ya peinan canas y llegan a la tercera edad, sonríen
ante la pregunta que genera opiniones diversas pero en su generalidad coinciden
en el anhelo familiar y muy cubano de paz y reconciliación humana.
Todos,
sin excepción, son elocuentes en el reconocimiento de lo que constituirá un
hecho histórico que marcará pautas en el devenir diplomático posterior de las
dos naciones, mientras profesionales, como el ingeniero Miguel Piña, considera:
“es la oportunidad de que Obama aprenda a conocer y compartir las bondades de
la isla, su pueblo y el desarrollo experimentado en todos los sectores de la
sociedad durante más de 50 años de Revolución Cubana”.
Por
su parte Danae Canal, una jovencita que espera su turno en la Universidad de La
Habana para hacer su solicitud de Licenciatura en Derecho, está segura de que
es un paso beneficioso para la reflexión respecto a las relaciones entre Cuba y
Estados Unidos, muy favorable para reconsiderar el Derecho Internacional Público y el carácter jurídico de esa
disciplina.
Otros
ciudadanos quisieran incorporarse a la lista de los que opinan, pero a fin de
ganar tiempo todo se resume en el optimismo de rehacer las relaciones de
comunicación entre los dos pueblos, sin descuidar el respeto al derecho ajeno y
a la autodeterminación de cada gobierno, sin interferencias que darían al
traste con el inicio de una etapa de cambios, sobre todo, de la política estadounidense
hacia Cuba.
De
esta forma, la expresión unánime de las autoridades y el pueblo es dirigir cada
diálogo diplomático hacia un entendimiento basado en el respeto, igualdad y
reciprocidad, sin lo cual hubiera sido imposible hasta hoy el restablecimiento
de relaciones ambas naciones, aunque siempre queda pendiente más sobre la
visita de Obama a la isla del Caribe.