Mujeres rurales: ellas se empinan sobre la tierra

Hortensia Martínez en su finca La China, en el territorio de La Lisa. Foto: Mildred O´Bourke Rodríguez.
Hortensia Martínez en su finca La China,
en el territorio de La Lisa. Foto: Mildred O´Bourke Rodríguez.
Autora: Mildred O´Bourke Rodríguez
A muchas las conozco por sus nombres desde esos tiempos en que se comenzó a entregar tierras en usufructo y la agricultura urbana y suburbana se extendían por la isla, como una respuesta alimentaria y ecológica a las carencias causadas por el llamado Período Especial y el bloqueo que mantiene el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba.


Las conozco por sus nombres y quehaceres. Alguien como Dulce Reyna, del municipio de la Habana del Este, tuvo que espantar las piedras y la chatarra con sus propias manos y poco a poco y con el concurso de algunos, sacar provecho de una finca que alcanzó su esplendor y diversificación.

Hermosa igualmente es la finca La China, en el territorio de La Lisa, donde Hortensia Martínez, una ingeniera mecánica de oficio, amanece y anochece en su terruño, para que sus áreas productivas, su sistema integrado de ganadería y su proyecto comunitario sean un espejo de los logros de una mujer laboriosa, que también se ha visto obligada a superarse constantemente para conocer todos los secretos de lo que cultiva y cría.

Y es que en una fecha como la de este 15 de octubre, en que se celebró el Día Mundial de la Mujer Rural, es imposible no mencionarlas como parte de ese empoderamiento posible en el contexto de la Revolución y de un liderazgo que han asumido con entereza, para ir también conquistando su lugar, el respeto y el reconocimiento de todos.
Foto: Radio Reloj
Foto: Radio Reloj

Otras como Tatiana, sicóloga devenida en productora de cabras en la localidad del Cerro; Gloria, una excelente cunicultora de Guanabacoa; Elena, quien en compañía de su esposo Nivaldo, empezó criando aves y actualmente dirige la finca Media Luna, en la Habana del Este, de referencia en la agroecología, han entendido que incluso en un ambiente de ciudad ellas son féminas rurales comprometidas, porque aman a la naturaleza, a la tierra y conciben su labor no solo como una manera de lograr la manutención familiar, sino como un apoyo imprescindible a la seguridad y soberanía alimentaria que nuestro país lucha por alcanzar.

Igual lo sueña cada día Lumir, quien es presidenta de una Cooperativa de Créditos y Servicios en Boyeros. A su vez, Migadalia cría aves en Plaza de la Revolución; Mireya tiene una finca diversificada, con hortalizas, ganado menor, forestales y otros cultivos en Campo Florido, e Iris Fonseca es reconocida como una productora de referencia en la finca Vista Hermosa de Guanabacoa.

Son muchas más, cientos y cientos de mujeres que hoy trabajan directo al surco, que doblan sus espaldas en los corrales, que aprenden las nuevas tecnologías, que han tenido que agarrarle el secreto al manejo del ganado mayor o menor, que ordeñan, fumigan, practican la lombricultura o crean una minindustria local.

Algunas viven con sus familias en un ranchito temporal, escondido en un bosque que ya se avizora para el futuro, como sucede cuando usted se dirige hacia la municipalidad de El Cotorro o anda por las Ocho Vías y apenas puede imaginar que tras esas arboledas hay tanto corazón bonito de mujer, sacando agua de un pozo, irrigando las áreas que les han otorgado; que se levantan a oscuras y huelen hasta el aire a ver cómo viene el día y que el trabajo no se quede sin hacer.

Ellas ya te hablan con conocimiento de los árboles frutales, de los maderables, de cómo se les perdió la lechuga por el clima o el aguacate no se dio como esperaban y sueñan con esa casita que en algún momento esperan construir para asentarse como “Dios manda” allí, donde la vida les es más grata y útil.

Hay muchas historias por contar acerca de esas productoras habaneras. Y es bueno que en una efeméride como esta, nadie desmaye en los proyectos de género que buscan atraer más fuerza femenina al campo, de borrar desigualdades que persisten, de crear mejores condiciones para ellas y enseñarles cómo seguir empoderándose.

Es una batalla que debe ganarse incluso en el hogar, donde estas heroínas asumen todavía con mucha frecuencia tareas extendidas y fatigosas.

Este 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, una ocasión singular para mostrar pequeños pero emotivos detalles acerca de la vida de las productoras de la capital cubana, quienes son testimonio de osadía, empeño y bregar extraordinarios.

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