Alejemos el alcohol de nuestras vidas

Autora: Teresa Valenzuela

El consumo de alcohol en exceso es el enemigo número uno de la tranquilidad familiar, y más aún, de la salud de quienes lo consumen; de ahí la importancia de alejarlo de nuestras vidas.


Aunque no se trate de un alcohólico, si se tiene el hábito de consumirlo una vez en grandes cantidades o con asiduidad, se corre el riesgo de algún día pasarse de tragos, y es cuando ocurren los incidentes desagradables para todos.

Conocemos algunas personas que se convierten en dependientes del vicio, e inclusive gran parte de lo que ganan en sus trabajos lo dedican a comprar alcohol barato.

Se trata de una adicción que afecta a hijos, esposas o madres y es ciega a la hora de hacer estragos, sin importarle el momento para aparecer, ya sea en una fiesta o a cualquier hora en el hogar. Cuántas veces escuchamos decir: “Fulano es otra persona cuando toma”. El carácter le cambia y también la forma de comunicarse con los demás”.

Según fuentes consultadas, algunas consecuencias fatales son que en el cerebro inhibe las funciones de la región frontal, por lo que disminuye la memoria, la capacidad de concentración y el autocontrol. En el hígado, los efectos de esta metabolización son náuseas, vómitos y dolor de cabeza.

También en el riñón elimina más agua de la que ingiere y provoca que el organismo la busque en otros órganos. Esto provoca que las meninges (membranas que cubren el cerebro) pierdan líquido lo que genera el dolor de cabeza.

En el estómago, el alcohol aumenta las secreciones ricas en ácidos y mejora la digestión, pero cuando se bebe en exceso causa erosiones en la mucosa del estómago producidas por el etanol, principal componente del alcohol. El ardor estomacal será mayor si se mezclan diferentes bebidas, ya que la irritación gástrica se debe a todos los componentes bebidos.

En la piel, aumenta el flujo de sangre, por lo que presenta más sudoración, mientras que en los pulmones acelera la respiración. Si el alcohol circulante es demasiado detendrá la respiración.

En el corazón, los efectos del alcohol provocan un aumento en la actividad cardiaca y aceleración del pulso. Cuando este llega a la sangre, se produce una disminución de los azúcares presentes en la circulación, lo que provoca una sensación de debilidad y agotamiento físico.

La frase que se repite una que otra vez de que mejor es no empezar, es la más certera de todas, cuando hablemos del alcohol, sobre todo, si se trata de evitar la violencia familiar, así como, a jóvenes que dejan de ser dueños de sus vidas y abandonan el estudio y el trabajo, para transformarse en servidores del perjudicial líquido.

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