Los principios de la Patria no se negocian (+ Post)

Antonio Maceo. Foto tomada del sitio web del periódico Trabajadores.

Por: Leonel José Pérez Peña

El Sol es radiante y abraza fuertemente a la concurrencia con su calor. Los frondosos troncos de los árboles de mango y sus copiosas ramas sirven para aminorar su influjo y, a la vez, de inspiración a los hombres más curtidos durante los 10 años de guerra que han venido hasta aquí.

De un lado, erguido, firme y seguro de su responsabilidad como cubano digno está Antonio Maceo Grajales. Lo acompañan quienes no quieren vivir bajo el bochorno de la claudicación. 

Del otro, el más encumbrado jefe español, haciendo gala de sus capacidades diplomáticas y de negociación. Llega al lugar con unos pliegos que anuncia una paz sin independencia, sin soberanía, sin la abolición de la esclavitud.

"¡Guarde usted esos documentos!". Y la voz retumba entre la espesura como un eco de soberanía y dignidad.

El jefe español, un tanto sorprendido con tanta firmeza, acude a sus dotes de orador y deja entrever la capacidad de resistencia de un pueblo que vive en condiciones precarias, a consecuencia de los 10 años de tenaz y  agotadora guerra, y pide firmar la paz.

- "¡No estamos de acuerdo con las bases expresadas en esos documentos!". Vuelve a retumbar aquella voz, resumiendo las ansias de libertad e independencia. 

- "Entonces…". Interpela, totalmente desarmado de argumentos y derrotado el general español Arsenio Martínez Campos. Su voz ahogada por la ira y antecedida por gestos de incredulidad… sentencia finalmente:

- "¿No nos entendemos?".

- "¡No, no nos entendemos!". Y una voz desde el fondo, con toda la convicción de los que quieren la patria libre y soberana, gritó: 

- "¡El 28 se rompe el corojo!".

Y fue así, a pura hombradía, que el general Antonio Maceo rescató el orgullo y la dignidad de la Patria. 

Este 14 de junio, en un nuevo aniversario de su natalicio, esta generación de cubanos dignos somos herederos de Antonio Maceo y ante el actual genocidio atroz que el imperialismo comete contra nosotros, para rendirnos de hambre y otras necesidades, decimos orgullosos: 

Los principios de la Patria no se negocian y contra eso no nos entenderemos jamás. 

YER

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