Foto: La Gazetta.
Por: Tony Díaz
La decisión del Comité Organizador de los Juegos Panamericanos Lima 2027 de eliminar por completo el baloncesto de su programa –en sus modalidades clásica (5x5) y reducida (3x3)– no es solo una sorpresa que genera mucha polémica.
Es un error histórico que ignora el peso cultural, simbólico y competitivo que este deporte tiene en el continente americano y plantea serias dudas sobre el futuro de las selecciones nacionales.
En lugar del vibrante baloncesto, se incorpora el críquet. Si bien este deporte tiene tradición en el Caribe, su presencia es marginal en la gran mayoría de los países del área.
Su inclusión, resultado de un proceso de selección dual donde el comité organizador añadió tres deportes extra (entre ellos el críquet) a los 33 elegidos por los Comités Olímpicos Nacionales, parece responder más a una estrategia de expansión global (apuntando a Los Ángeles 2028) que a un reflejo auténtico del deporte panamericano. Mientras el críquet busca espacio, se expulsa a un pilar.
La magnitud de la pérdida es enorme. Por primera vez desde su debut olímpico en 1951, los Juegos Panamericanos se celebrarán sin la canasta.
Este deporte es parte indisoluble de la identidad deportiva del continente. El básquet crece exponencialmente en toda la región, demostrando su nivel en cada mundial y Juegos Olímpicos. Los panamericanos son su escenario continental por excelencia.
La exclusión no es solo simbólica; es un golpe táctico. ¿Cómo pretenden las selecciones americanas –especialmente las sureñas que no tienen ligas profesionales de nivel NBA o Euroliga– competir en los Juegos Olímpicos o mundiales sin el roce previo y oficial de alto nivel que brindaban los panamericanos?
Este torneo era un termómetro vital y una plataforma de desarrollo. Ir "en frío" a citas globales, sin este escalón competitivo fundamental, pone en seria desventaja a los equipos del continente, dificultando su preparación y mermando sus opciones de éxito.
Si bien se argumenta un proceso de selección "dual", la transparencia brilla por su ausencia. ¿Por qué deportes con arraigo masivo y trayectoria panamericana como el baloncesto quedaron fuera de los 33 iniciales, obligando al comité organizador a "salvarlos" (algo que no hizo)?
¿Qué criterios, más allá del interés local o proyección olímpica del críquet, primaron sobre el valor consolidado del básquet? La renuncia a dos disciplinas (5x5 y 3x3) considerados históricamente pilares del programa, sin una explicación convincente que vaya más allá de "sumar interés" por lo nuevo, genera escepticismo.
Lima 2027 comete un error mayúsculo. Al sacrificar el baloncesto en el altar de la novedad (el críquet) y posiblemente de intereses organizativos o de proyección olímpica futura, desprecia la pasión de millones de aficionados, desconoce la historia
gloriosa del deporte en el continente y perjudica el desarrollo competitivo de
sus selecciones.