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Por: Lenay Barceló
"El arte es lo primero que hay que salvar", así lo aseguró el Comandante en Jefe Fidel Castro en 1961 durante su encuentro con los intelectuales. Cada día cobra mayor vigencia esa sentencia ante la masiva avalancha de códigos externos que pululan en la actualidad.
En sereno análisis de aquel suceso sin precedentes en Cuba y el mundo, Armando Hart, aseguró que en su alocución a los artistas el máximo líder de la Revolución subrayó la importancia de la defensa de la Libertad de Creación, y ratificó que la Revolución mantendría un clima favorable de diálogo franco y abierto con los escritores, artistas e intelectuales.
Desde los propios inicios de la Revolución no solo se tuvo en cuenta a los artistas sino que el gobierno revolucionario promovió y apoyó la masificación de la cultura y el llevar el arte a cada rincón cubano.
Hoy cuando se conmemora el Día del Instructor de Arte bien vale la pena destacar cómo estos hombres y mujeres han sido vitales en cruciales momentos de la Cuba contemporánea. Ante adversidades naturales como ciclones, sismos y tornados, ahí han estado los instructores para poner sonrisas en rostros tensos.
Los instructores de arte sufren las mismas limitaciones económicas y materiales que otros trabajadores de la cultura y aún así llegan con su espíritu transformador y formador a comunidades vulnerables. Su altruismo nace de ese deseo de cambiar y alegrar al público aún cuando, en ocasiones, no encuentran todo el apoyo que necesitan.
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Sirva esta reflexión para reconocer a esos profesionales que educan, al tiempo que hacen crecer el amor por lo bello en las más diversas manifestaciones del arte.
De igual modo, hacemos un llamado a los gobiernos y entidades que deben prestarles más atención a instructores y unidades artísticas locales, para facilitar su labor centrada en construir ese puente necesario entre los públicos y el arte verdadero.
Ello es vital para la supervivencia de las tradiciones y los valores autóctonos, más aún en las actuales condiciones de colonización cultural con códigos foráneos a la que se exponen diariamente las nuevas generaciones de cubanos.
AMC