El Comandante en Jefe Fidel Castro junto al pueblo cubano. Foto: Arnaldo Santos |
Por: Leonel José Pérez Peña
Cuando la inocencia nos presentaba a la vida como una flor, todo resultaba mágico y de sana alegría; en aquellos días, en medio del silencio campestre, amenizado por los interminables conciertos de avecillas silvestres, aprendimos de nuestros padres a identificar el sonido del helicóptero, que siempre acompañábamos con la frase “ahí viene Fidel”
No era un simple juego, y sí una expresión de esperanza y de vida, surgida en aquellos trágicos días cuando el ciclón Flora azotaba a Oriente en 1963, Fidel estaba salvando vidas, entre los campesinos de los cuales procedo. Aquellos acontecimientos se fueron transmitiendo de generación a generación.
En la memoria histórica están las narraciones de campesinos desesperado por la furia de las corrientes de agua, que para salvarse subieron a los techo de los bohíos, y de allí fueron rescatados por helicópteros, y en uno de ellos, “ahí venía Fidel.
La frase se convirtió en un signo que reaccionaba con el peculiar sonido de los motores de aquellos aparatos voladores, que tantas vidas salvaron. Los descendientes de aquellos sobrevivientes, también registraron en su ADN esa información como reflejo condicionado: por estas y otras razones, frase semejante se convirtió en sentimiento nacional, siempre vinculada al Líder de la Revolución, que siempre estuvo al lado de su pueblo, sin importarle lo riesgoso del momento.
La afirmación de que la expresión funcionó como reflejo condicionado, tiene como base lógica la reacción del niño Elián González, cuando estuvo secuestrado por la loba feroz, que al escuchar que un avión pasaba, con toda su fuerza gritó algo parecido aquella frase que en nuestra niñez, solíamos decir con tanta alegría ¡Ahí viene Fidel!
Y Fidel que nos vino desde las entrañas de Viran, por su dignidad, se convirtió en ciudadano universal, que a ocho años de su partida, sigue cabalgando como el gran timonel de la historia cubana.
En este video-podcast se le cuenta más de la sencilla grandeza de Fidel Alejandro Castro Ruz.
AMC