Muestra de las labores de higienización que se llevan a cabo en el municipio La Lisa. Foto tomada de la red social X. |
Por: Leonel José Pérez Peña
Las reuniones de rendición de cuenta del delegado a sus electores, que se desarrollan por estos dÃas en todo el paÃs, como parte de esa manifestación concreta de nuestra democracia, no solo se le exige a las dependencias estatales la solución de los problemas que afectan a nuestros barrios; también los vecinos aportan ideas para, entre todos, buscar soluciones endógenas a sus necesidades.
Hay un tema recurrente en los debates que se generan en La Habana y es el saneamiento de nuestros barrios. En primer lugar, para garantizar la necesaria higiene comunal en una época en la que hoy se reportan casos sospechosos de dengue y otras enfermedades ocasionadas por la picada del moquito.
En el particular, electores desde el más sincero sentido de pertenencia, reconocen que la recogida de desechos sólidos pasa por una crisis, como resultado de las diversas carencias que enfrentamos. Pero con valentÃa, comprenden que el saneamiento pasa también como expresión de la disciplina social, y que en ese aspecto, no se requiere de ningún recurso para mantener limpias y embellecidas nuestras cuadras.
Sin embargo, pasa todo lo contrario. En cualquier esquina, no importa la hora ni dÃa, se deposita la basura. En ocasiones, se ha limpiado uno de esos depósitos ilegales y en poco tiempo vuelve la acumulación indeseada.
Es muy cierto lo que se está planteando en dichas reuniones de rendición de cuenta: el delegado es el lÃder, pero para que todo funcione correctamente, depende de cada elector, de cada vecino.
Está demostrado que el problema básico en nuestras comunidades es la indisciplina social, la que se expresa de diferentes formas y distorsiona las buenas intenciones de convertir a los barrios en nuestro ahogar común y que florezca como ese lugar bello que todos soñamos.
AMC