Por: Ania González Rodríguez
Cada 14 de octubre el mundo se une para conmemorar el Día Internacional de la Donación de Órganos, Tejidos y Trasplantes, una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) establecida en 2005.
Este día tiene como objetivo fomentar la donación de órganos, una práctica que puede cambiar la vida de miles de personas que enfrentan enfermedades graves y no cuentan con alternativas de tratamiento.
A nivel global, el trasplante de órganos ofrece una segunda oportunidad a quienes, por diversas razones, han visto mermada su salud. Sin embargo, este proceso requiere un compromiso colectivo. En Cuba fue el Comandante en Jefe Fidel Castro quien logró que la donación de órganos, por primera vez, fuera vista como una prioridad y como una necesidad vital a desarrollar.
Al abordar el tema en el acto de clausura del IV Congreso de la UJC efectuada en el teatro “Carlos Marx”, en 1982, Fidel expresó:
“(…) Tengamos una conciencia de algo superior, la conciencia del beneficio extraordinario, de que en el momento de que una vida se pierde, podamos darle vida a otra persona; en los momentos en que unos ojos se cierran, poderle dar luz a otra persona. De eso se trata (…)”
En un mundo donde las enfermedades no discriminan, la donación de órganos se presenta como un acto de generosidad y esperanza. Informarse y hablar sobre este tema puede marcar la diferencia en la vida de quienes aguardan una oportunidad para vivir.
¿En qué puede apoyar la población? Según directivos cubanos del programa Trasplante y donación de órganos, para que pueda realizarse un trasplante tiene que haber la aceptación de la población de que alguien done sus órganos en los momentos más complejos, para que los médicos puedan trasplantar.
Al respecto los especialistas explican que “es la ciudadanía la que tiene esa posibilidad, que es la que aporta los órganos y nosotros se lo regresamos en forma de trasplantes a pacientes que lo necesitan”.
No podemos hablar de este día en Cuba sin destacar los nefastos efectos del bloqueo. Este acto criminal de EEUU contra Cuba ha provocado recias restricciones en la adquisición de medicamentos y tecnologías médicas de procedencia estadounidense o de subsidiarias, por lo que se ha hecho necesario acceder a mercados geográficamente lejanos, lo cual implica su encarecimiento y, por tanto, también la humanitaria y sublime tarea de salvar