Doctor Carlos Juan Finlay: orgullo de Cuba

Carlos Juan Finlay dejó un legado para la ciencia cubana y universal. Foto tomada del sitio web Cubadebate.

Por: Ania González Rodríguez

Sí, Cuba se siente orgullosa de su sabio y tal vez usted se pregunte: ¿Qué sabio? Porque en realidad esta isla es cuna de muchos de ellos, por eso le menciono algunas referencias de su peculiar historia y sabrá de inmediato quién es:

- Muchos lo consideran el hombre más grande que ha producido la América en el terreno de la Medicina en el siglo pasado.
- Durante mucho tiempo fue ignorado su descubrimiento o se trató de negar.
- Su principal aporte a la ciencia mundial fue su explicación del modo de transmisión de la fiebre amarilla.

Seguro ya se dio cuenta que hablamos del científico cubano Carlos Juan Finlay Barrés, a propósito de su fallecimiento un día como hoy o el de mañana. ¿Fue el 19 o el 20 de agosto su fallecimiento? Veamos.

Cuando buscamos la fecha en que ocurrió el deceso de Finlay Barrés, en varias publicaciones esta varía entre el 19 y 20 de agosto de 1915, pero las investigaciones más enjundiosas expresan lo que sigue: 

"Según consta en el certificado de defunción, con el número de inscripción 479, firmado por el doctor Antonio Díaz Albertini Mojarrieta, con fecha 21 de agosto de 1915, Carlos Juan Finlay Barrés falleció a las 17:45 (hora local) del día anterior en su residencia de la calle G Número 23, en El Vedado, La Habana, hoy sede de la Alianza Francesa, víctima de un síncope de media hora de duración. En el referido documento se agrega a esta causa directa de su muerte la arteriosclerosis como causa indirecta".

Nació en la ciudad de Camagüey el 3 de diciembre de 1833. Posteriormente, y en su honor, fue declarada esta fecha como Día de la Medicina Latinoamericana

Cuenta la historia que el 14 de agosto de 1881, el sabio cubano presentó su trabajo El mosquito hipotéticamente considerado como agente trasmisor de la fiebre amarilla en la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, radicada entonces en la calle Cuba, entre Amargura y Teniente Rey. 

Meses antes mostró su teoría en la Conferencia Sanitaria Internacional, en Washington, pero en esta ocasión identificó a la hembra del mosquito como el trasmisor directo de pasar el germen de un enfermo a una persona sana. Sin embargo, en ambas oportunidades primó la incredulidad entre los presentes.

No fue hasta dos décadas más tarde, en 1901, cuando basada en la teoría del científico cubano, se emprende una tenaz batida contra el mosquito Aedes aegypti y la mortal enfermedad muestra una marcada disminución.

Y hay que acotar que después de haber fracasado todos los esfuerzos de tres comisiones norteamericanas para combatir la fiebre amarilla, los médicos estadounidenses Walter Reed y William C. Gorgas comprobaron y aplicaron los descubrimientos de Finlay Barrés. 

Como dato interesante sobre su currículum y que se suma a sus muchos otros méritos, está el que fue también oftalmólogo y describió un nuevo método quirúrgico en las cataratas.

Carlos Juan Finlay dejó un legado para la ciencia cubana y universal con su descubrimiento de la transmisión de enfermedades a través de un agente independiente de la dolencia y del enfermo, o sea, lo que en la actualidad conocemos como vector; pero hay, además, otras razones que hacen que Cuba se enorgullezca de su sabio y es que este es inspiración para los científicos de hoy, para los que el doctor continúa siendo, aún transcurridos 109 años de su desaparición física, un referente ineludible en la batalla de la ciencia y la Medicina de la isla por la vida y para la humanidad. 

YER

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