Los médicos del alma

El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz llamó a los trabajadores sociales como Médicos del Alma. Foto tomada del sitio web de Radio Esmeralda.

Por: Leonel José Pérez Peña

Nuestra sociedad disfruta en la actualidad de una expectativa que supera con creces los 70 años como promedio, y es el resultado de los programas de salud y de bienestar social aplicados en Cuba desde los primeros años del triunfo de la Revolución, constituyendo un verdadero logro que nos ubica entre las naciones de altos estándares de vida.

Primero fueron las campañas de vacunación que diezmaban a la población infantil, y los que lograban salvarse, sufrían de ciertas secuelas que perjudicaban para siempre su calidad de vida; y para coronar el éxito de lo que nos podemos sentir orgullosos, vino la atención primaria, esa que prevé enfermedades y nos prepara una existencia sana.

¿En realidad, estamos preparados para enfrentar la demanda de una sociedad envejecida? ¿Cuáles son los programas que favorecen la calidad de vida de aquellos a los que se les denomina genéricamente adultos mayores?

Es grande este desafío, pues se enfrentan a la vez otros factores de la dinámica demográfica que ralentizan los programas que intentan devolverle con agradecimiento y correcta atención a quienes formaron las generaciones que aportaron lo que hoy disfrutamos; pero sí se hacen acciones en la misma medida de las posibilidades, en medio de las actuales limitaciones económicas.

En las circunscripciones y los consejos populares (CP) de los barrios de La Habana hay verdaderos ejércitos de trabajadores sociales, denominados Médicos del Alma por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, que se ocupan, junto a los Grupos de Trabajo Comunitario Integrado, a identificar, clasificar y brindar atención a aquellas personas que requieran de ayuda.

Círculo de abuelos en el municipio Plaza de la Revolución. Foto: Wilfredo López Delis/Archivo Radio COCO.

Se crearon las casas de abuelos, a las que acuden por sus propios medios, a recibir una atención social mediante el ropaje del amor, porque ese es el nido cálido de intercambio y socialización que necesitan ahora, ya que en su ferviente juventud no lo lograron por la urgencia de otros tareas, quizás construyendo la obra que nos legaron.

También están los restaurantes llamados SAF, pertenecientes al Sistema de Atención a la Familia, que ante el amparo del Estado, brindan alimentos a los más necesitados. Asimismo, contamos con los círculos de abuelos, que se ocupan del tiempo libre del adulto mayor para mantener las capacidades físicas y psicológicas de sus miembros, mediante actividades deportivas, recreativas y culturales. 

Estas y otras acciones se desarrollan en estos momentos en nuestros barrios; no las he enumerado todas, son muchas más, las que incluyen adaptaciones y modificaciones en locales públicos para eliminar barreras arquitectónicas; facilidades de todo tipo que intentan proteger a las personas de la tercera edad, para que no bajen su autoestima y aporten con placer sus conocimientos a la presente generación.

No todo se aplica como se requiere, pero como dice el cantor: "(…) no vivo en una sociedad perfecta/ yo pido que no se le de ese nombre/ si  alguna cosa me hace sentir ésta,/ es porque la hacen mujeres y hombres (...)". 

Y es muy cierto, se hubiese avanzado más si todos aportaran de igual manera; hay mucho que trabajar para llegar a lo ideal, y las personas que tanto aportaron reciban una vida más placentera al final de su existencia. Los trabajadores sociales no deben ser los únicos Médicos del Alma, a la sociedad actual debemos de forjarle una mejor calidad de vida.

YER

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