Helen Drechsler, multicampeona olímpica alemana. Foto: TestSports. |
Por: Víctor Joaquín Ortega
No pocos estaban en desacuerdo con la participación de la alemana Helen Drechsler en Sidney 2000. A pesar de su destacada labor, precisamente lanzaban sobre ella el pecado de la demasiada veteranía.
“No es la misma que ganó en Barcelona 1992 el salto largo. Mucha experiencia, sí, pero también muchos años. Enfrentará a varias que pueden ser sus hijas”.
Pues ganó un pesto en la delegación de su país a los XXVII juegos. Miren. Se dispone a saltar en busca de la presea dorada, a pesar de la calidad rival, encabezada por la italiana Fiona May y la estadounidense Marion Jones. Vuela. Cae. A medir. Ha logrado 6.99 metros por los 6.92 de las mencionadas más fuertes adversaria. Marion, descalificada por dopaje posteriormente. El cetro de la teutona, su segundo, se agrega a sus logros en la magna competencia: en Seúl 1988, donde resultó segunda en dicha especialidad y alcanzó bronce en 100 y 200 metros planos.
Tampoco era del agrado de todos, la inclusión de Orlando Martínez en la representación cubana a Munich 1972. Su inteligente estilo de muerde y huye no convencía, y al sufrir varios fracasos en importantes lides…. El mayor cuando lo eliminó en la primera pelea el húngaro Tibor Badari en México 1968. Entonces era de los 51 kilos.
Al final acudió a la gran fiesta de la ciudad germana en la división de los 54. Allí venció en el combate decisivo al mexicano Alfonso Zamora quien después tuvo una brillante desempeñó profesional. Orlando Martínez, el muchacho surgido en el rústico ring del Paco Paco en el municipio habanero San Miguel del Padrón, devino así el primer as olímpico de su patria después de la victoria de la Revolución. Ah, también noqueó a los señores del no dogmático.
En ese mismo certamen Ulrike Meyfarth, de la República Federal de Alemania, de solo 16 años, se impuso con el método Fosbury en salto alto con 1.92 metros y, además, burló la plusmarca del clásico. Quería repetir la alegría en Los Ángeles 1984. Entrenó muy bien, se sentía segura. Gente en contra hubo. Obtuvo sitio en el colectivo de atletismo de su patria. En la justa reeditó la historia: máximo galardón y nueva marca olímpica con 2.02. Otro nocaut propinado a los escépticos. ¿Cuándo aprenderán?
Pues ganó un pesto en la delegación de su país a los XXVII juegos. Miren. Se dispone a saltar en busca de la presea dorada, a pesar de la calidad rival, encabezada por la italiana Fiona May y la estadounidense Marion Jones. Vuela. Cae. A medir. Ha logrado 6.99 metros por los 6.92 de las mencionadas más fuertes adversaria. Marion, descalificada por dopaje posteriormente. El cetro de la teutona, su segundo, se agrega a sus logros en la magna competencia: en Seúl 1988, donde resultó segunda en dicha especialidad y alcanzó bronce en 100 y 200 metros planos.
Tampoco era del agrado de todos, la inclusión de Orlando Martínez en la representación cubana a Munich 1972. Su inteligente estilo de muerde y huye no convencía, y al sufrir varios fracasos en importantes lides…. El mayor cuando lo eliminó en la primera pelea el húngaro Tibor Badari en México 1968. Entonces era de los 51 kilos.
Al final acudió a la gran fiesta de la ciudad germana en la división de los 54. Allí venció en el combate decisivo al mexicano Alfonso Zamora quien después tuvo una brillante desempeñó profesional. Orlando Martínez, el muchacho surgido en el rústico ring del Paco Paco en el municipio habanero San Miguel del Padrón, devino así el primer as olímpico de su patria después de la victoria de la Revolución. Ah, también noqueó a los señores del no dogmático.
En ese mismo certamen Ulrike Meyfarth, de la República Federal de Alemania, de solo 16 años, se impuso con el método Fosbury en salto alto con 1.92 metros y, además, burló la plusmarca del clásico. Quería repetir la alegría en Los Ángeles 1984. Entrenó muy bien, se sentía segura. Gente en contra hubo. Obtuvo sitio en el colectivo de atletismo de su patria. En la justa reeditó la historia: máximo galardón y nueva marca olímpica con 2.02. Otro nocaut propinado a los escépticos. ¿Cuándo aprenderán?
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