Alfred Hajos. Foto tomada del sitio web Cubaperiodistas. |
Por: Víctor Joaquín Ortega
En un recorrido por la historia de las citas bajo los cinco aros vamos tras la pista de hazañas deportivas que robustecen el alma. Y no solo marcan a quienes las conquistaron, sino también a los que encuentran en ellas inspiración o fuerza para superar los avatares cotidianos.
Atenas 1896. Inicio de la gran aventura olímpica. El nadador Alfred Hajos arriba a la capital de Grecia con la esperanza de brillar. Escenario de su actuación: ni hablar de piscina.
Los competidores son llevados en un barco hasta el puerto del Pireo, con el consiguiente mareo de algunos, y hacia una instalación rústica donde entran aguas del Mar Egeo, por cierto, muy agitado, con líneas de salida y llegada marcadas por sogas amarradas a boyas. Alfred acaba de engrasarse el cuerpo, como hacen todos sus rivales, para defenderse del frío de 13 grados Celsius en esta mañana tan neblinosa.
Cien metros estilo libre. ¡Han partido…! Hajos se sitúa al frente enseguida. Ninguno se le acerca. La meta a unos 30 metros…. ¡Ay, se desvía de la ruta…! Culpables: la improvisación del lugar de competencia y el mal tiempo reinante. Ah, retorna al trayecto y ¡es el primer campeón de la natación olímpica! Repite la dicha en los 200. Ya le llaman: El Delfín Húngaro.
Arquitecto con posterioridad, Hajos obtiene el segundo premio en el Concurso de las Artes Olímpicas en París 1924 con la obra Plano para un estadio. Periodista y director del primer semanario deportivo de su país: Sporthirlap. Recibe un alto reconocimiento del Comité Olímpico Internacional (COI). Falleció el 12 de septiembre de 1955, a los 77 años.
Elizabeth Robinson. Foto tomada del sitio web Enfoque noticias. |
El deporte rey se fortifica y embellece: han entrado las mujeres. Novenos Juegos, Ámsterdam 1928. Carrera decisiva de los 100 metros planos. Resplandece la estadounidense Elizabeth Robinson de 17 primaveras. Florecerán: vence con récord mundial: 12.2 y plata en el relevo.
Mucho se espera de Betty en Los Ángeles 1932. Unirá la experiencia a las tremendas condiciones. Con 21 años, imagínense. ¡La vida es la vida…! 1931. Tran. Crash. Del aire al suelo. Fracturas, fuego. Un accidente de aviación por poco extingue su existencia. Los médicos la salvan, aunque no volverá a caminar.
El diagnóstico no la anula. En cuanto puede, bien guiada, carreras, ejercicios con pesas, gimnasia… Y obsérvenla en Berlín 1936. ¡Forma parte del relevo 4 x100 de su país como tercera! Cuando la cerradora, Helen Stephens, la más veloz de la justa con 11.6, aunque con mucho viento a favor, cruza la meta, la Robinson logra su segunda dorada en una magna cita.
Continuará…
YER