Foto: José Manuel Correa. |
Por: Redacción Digital
Más allá del show y de lo mediático, el deporte es considerado como un medio apropiado para fomentar valores de desarrollo personal y social: afán de superación, integración, respeto a las personas, responsabilidad y trabajo en equipo, entre otros.
Por esas sendas pasa el proyecto deportivo Mi Barrio Sueña, que utiliza la pasión que despierta la actividad deportiva, en este caso el fútbol, como herramienta de trabajo para contribuir a la educación de los jóvenes y al desarrollo de comunidades vulnerables. En el reparto Buenavista, en el municipio de Playa, se asienta esta iniciativa.
El proyecto se define como una vía que «busca acercar a vecinos de la comunidad y a otros actores de ella, a través de la práctica del deporte y de proyectos educativos dirigidos a niños, adolescentes, jóvenes y adultos mayores, al desarrollo integral y al mejoramiento de la localidad».
Edgar Herrera, fundador del proyecto en septiembre de 2016, y actual director, explica que “promovemos que quienes muestren cualidades puedan ser encaminados en el desarrollo de una carrera en el deporte”.
Actualmente despliegan el fútbol, con la realización de competiciones tanto en las canchas de Ciudad Escolar Libertad, y recientemente desarrollaron, en la sala polivalente Ramón Fonst, un torneo con representación de equipos de todos los municipios de la capital.
Historias desde el barrio
De niño, Marlon Hernández era uno de los tantos que veía a sus ídolos en televisión, y soñaba con verse como ellos… y se le hizo realidad. “Aquí me he formado. Amo el fútbol, y me ha ayudado a sentirme bien en mis momentos más difíciles”. Él llegó al proyecto mediante unas amistades, que lo invitaron a su equipo. Se preparó, jugó y aprendió, hasta que, en 2022, integró el elenco de Pinar del Río en la Liga Nacional de Futsal.
“Estaba como líder goleador en la segunda división, y me captaron para el equipo, en el cual pude jugar el torneo completo”, contó.
Mi Barrio Sueña tiene en el fútbol su principal bastión, deporte que se practica todo el año, con dos canchas de asfalto, y la organización de una liga denominada La Caliente, que agrupa a conjuntos de todos los municipios habaneros y a otros de provincias aledañas.
“Nuestra Liga se ha convertido en un espacio de recreación sana, en la que se reúnen distintas generaciones en armonía. También damos pasos hacia el baloncesto 3x3 y el béisbol”, comentó Herrera.
Según Adrián Mejías, uno de los organizadores, “participan planteles de futsal de los barrios. Algunos cuentan con estrellas, tanto retirados como activos, y que han llegado a estar en la selección nacional”.
Mejías es de los más veteranos. “Llevo con el equipo de Kohly desde 2017. Gracias al proyecto hemos podido participar en distintos torneos nacionales”, afirmó.
Sobre su crecimiento personal, cuenta que ha sido increíble. “Pasé de ser un jugador aficionado a alcanzar mi máximo nivel en lo físico, y a jugar en torneos fuera de la provincia. Ahora, como organizador, quiero que este sea el mejor torneo de futsal en La Habana”.
Kevin Nogueira, estudiante universitario en la carrera de Medicina, es de los más noveles en el grupo, con solo dos meses. Él nos da otra visión del alcance de esta idea. “En el proyecto encuentro la oportunidad de despejar, y también de perfeccionarme como atleta. La práctica del deporte me ayuda a mejorar la forma física y mi salud mental”, confesó.
Construyendo sueños
Presente en el terreno, Wagner observa todo con vista de águila. Apenas habla y no deja entrever emoción alguna. Tiene sangre fría, y no le tiembla el pulso. Es árbitro, y uno de los más veteranos en el proyecto. Antes fue jugador de futsal, pero desde que llegó, hace ocho años, encontró una razón más para soñar y no desvincularse de su amor por las canchas y el balón.
“Estoy aquí porque me gusta el fútbol. Ya casi no juego, pero me mantengo en el arbitraje, lo cual me permite seguir vinculado al deporte”. Una historia similar ha vivido Glenda González: “tuve que dejar el fútbol por las lesiones, y decidí empezar a tomar cursos para ser árbitro y no abandonar el deporte”.
Ella es respetada y querida sobre el asfalto. “Dentro del proyecto he adquirido valores como la paciencia y la tolerancia”, acotó.
“Dentro de las normas disciplinarias se incluyen las intenciones de formar mujeres y hombres de bien para la sociedad; generar empleos y capacitar el recurso humano, según los convenios con el Inder y la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona”, expuso Herrera.
“Nacimos a partir de la necesidad de combatir males sociales. En estos años hemos unido más al barrio, ha disminuido la violencia”, aseguró el director del proyecto.
Solo eso, que es la medalla de oro de más brillo, valida esta idea, en Buenavista.
Tomado de Granma
El proyecto se define como una vía que «busca acercar a vecinos de la comunidad y a otros actores de ella, a través de la práctica del deporte y de proyectos educativos dirigidos a niños, adolescentes, jóvenes y adultos mayores, al desarrollo integral y al mejoramiento de la localidad».
Edgar Herrera, fundador del proyecto en septiembre de 2016, y actual director, explica que “promovemos que quienes muestren cualidades puedan ser encaminados en el desarrollo de una carrera en el deporte”.
Actualmente despliegan el fútbol, con la realización de competiciones tanto en las canchas de Ciudad Escolar Libertad, y recientemente desarrollaron, en la sala polivalente Ramón Fonst, un torneo con representación de equipos de todos los municipios de la capital.
Historias desde el barrio
De niño, Marlon Hernández era uno de los tantos que veía a sus ídolos en televisión, y soñaba con verse como ellos… y se le hizo realidad. “Aquí me he formado. Amo el fútbol, y me ha ayudado a sentirme bien en mis momentos más difíciles”. Él llegó al proyecto mediante unas amistades, que lo invitaron a su equipo. Se preparó, jugó y aprendió, hasta que, en 2022, integró el elenco de Pinar del Río en la Liga Nacional de Futsal.
“Estaba como líder goleador en la segunda división, y me captaron para el equipo, en el cual pude jugar el torneo completo”, contó.
Mi Barrio Sueña tiene en el fútbol su principal bastión, deporte que se practica todo el año, con dos canchas de asfalto, y la organización de una liga denominada La Caliente, que agrupa a conjuntos de todos los municipios habaneros y a otros de provincias aledañas.
“Nuestra Liga se ha convertido en un espacio de recreación sana, en la que se reúnen distintas generaciones en armonía. También damos pasos hacia el baloncesto 3x3 y el béisbol”, comentó Herrera.
Según Adrián Mejías, uno de los organizadores, “participan planteles de futsal de los barrios. Algunos cuentan con estrellas, tanto retirados como activos, y que han llegado a estar en la selección nacional”.
Mejías es de los más veteranos. “Llevo con el equipo de Kohly desde 2017. Gracias al proyecto hemos podido participar en distintos torneos nacionales”, afirmó.
Sobre su crecimiento personal, cuenta que ha sido increíble. “Pasé de ser un jugador aficionado a alcanzar mi máximo nivel en lo físico, y a jugar en torneos fuera de la provincia. Ahora, como organizador, quiero que este sea el mejor torneo de futsal en La Habana”.
Kevin Nogueira, estudiante universitario en la carrera de Medicina, es de los más noveles en el grupo, con solo dos meses. Él nos da otra visión del alcance de esta idea. “En el proyecto encuentro la oportunidad de despejar, y también de perfeccionarme como atleta. La práctica del deporte me ayuda a mejorar la forma física y mi salud mental”, confesó.
Construyendo sueños
Presente en el terreno, Wagner observa todo con vista de águila. Apenas habla y no deja entrever emoción alguna. Tiene sangre fría, y no le tiembla el pulso. Es árbitro, y uno de los más veteranos en el proyecto. Antes fue jugador de futsal, pero desde que llegó, hace ocho años, encontró una razón más para soñar y no desvincularse de su amor por las canchas y el balón.
“Estoy aquí porque me gusta el fútbol. Ya casi no juego, pero me mantengo en el arbitraje, lo cual me permite seguir vinculado al deporte”. Una historia similar ha vivido Glenda González: “tuve que dejar el fútbol por las lesiones, y decidí empezar a tomar cursos para ser árbitro y no abandonar el deporte”.
Ella es respetada y querida sobre el asfalto. “Dentro del proyecto he adquirido valores como la paciencia y la tolerancia”, acotó.
“Dentro de las normas disciplinarias se incluyen las intenciones de formar mujeres y hombres de bien para la sociedad; generar empleos y capacitar el recurso humano, según los convenios con el Inder y la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona”, expuso Herrera.
“Nacimos a partir de la necesidad de combatir males sociales. En estos años hemos unido más al barrio, ha disminuido la violencia”, aseguró el director del proyecto.
Solo eso, que es la medalla de oro de más brillo, valida esta idea, en Buenavista.
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