José Martí y Rubén Darío, el único abrazo (II y Final)

Foto tomada de la red social X.

Por: Abel Rosales Ginarte

Noche en Nueva York, Estados Unidos. El poeta Rubén Darío visita la ciudad. No esconde su ansiedad, porque en poco tiempo conocerá a José Martí, el cubano al que llama Maestro.

Acordaron encontrarse el 24 de mayo de 1893 en el Hardman Hall, donde Martí dará un discurso. Cuenta el nicaragüense que entraron por una puerta lateral del salón, le acompañaba Gonzalo de Quesada. Martí tiene 40 años y Rubén 26.

"Pasamos por un pasadizo sombrío; y de pronto, en un cuarto lleno de luz, me encontré entre los brazos de un hombre, pequeño de cuerpo, rostro de iluminado, voz dulce y dominadora al mismo tiempo, y que me decía esta única palabra, ¡Hijo!", describe Rubén ese momento único de la historia en su libro Los raros (Segunda edición aumentada y corregida), impreso por la Casa Editorial Maucci.

Martí le invita a sentarse en la mesa presidencial junto a los directivos del Partido Revolucionario Cubano. El novelista y periodista, de origen nicaragüense, Sergio Ramírez, Premio Cervantes de Literatura en el ensayo Hijo y padre, maestro y discípulo, describe ese momento: "El tímido cisne, que se aterraba ante las multitudes, y que sufría con la idea de que fuera a pedírsela algún discurso, o salutación. Si Martí era el orador por excelencia, él era el mudo por excelencia".

De ese encuentro nos ha quedado una de las mejores descripciones de José Martí, el más universal de los cubanos: "Era Martí de temperamento nervioso, delgado, de ojos vivaces y bondadosos. Su palabra suave y delicada en el trato familiar, cambiaba su raso y blandura en la tribuna, por los violentos cobres oratorios. Era orador, y orador de grande influencia. Arrastraba muchedumbres. Su vida fue un combate. Era blandíloquo y cortesísimo con las damas; las cubanas de Nueva York teníanle en justo aprecio y cariño, y una sociedad femenina había, que llevaba su nombre. Su cultura era proverbial, su honra intacta y cristalina; quien se acercó a él se retiró queriéndole. Y era poeta; y hacía versos".

Dos titanes de la palabra, artífices de la trasnformación literaria en lengua española a finales del siglo XIX y principios del XX, el Modernismo, se hablaron en Nueva York una noche de mayo de 1893 que no podemos describir.

Faltaban dos años para el encuentro terrible de Martí con la muerte en Dos Ríos, en el Oriente de Cuba, el 19 de mayo de 1895. Un reclamo de dolor surgió entonces de la pluma del discípulo: "La juventud americana te saluda y te llora; pero ¡oh Maestro!, ¿qué has hecho?".

Sergio Ramírez en su mencionado ensayo resume con aguda sinceridad un gran encuentro: "El hijo y su padre. El maestro y su alumno. La noche aquella en Hardman Hall, la del único y último abrazo. El abrazo que todavía no termina".

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